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“Preparad el camino del Señor”

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Cardenal Nicolás De Jesús López Rodríguez

 a) Del libro del profeta Isaías 40,1-5. 9-11.

Entre los desterrados hay esperanza, se habla de un pueblo que vuelve del des­tierro y de un Dios liberta­dor. El pregonero trae la gran noticia anuncio go­zoso de la liberación. Gri­ta desde la altura para que todos oigan que la cul­pa tiene perdón, que Dios está ya en camino con su pueblo, como en aquel otro Éxodo después de la esclavitud de Egipto.

Por eso “una voz gri­ta”, expresión equivalente a la voluntad de Dios que el evangelista San Mateo atribuye al Bautista. Aquí la voz anuncia la prepa­ración de una calzada en el desierto, como vere­mos en el Evangelio de San Marcos. Juan Bautis­ta anunciará y preparará el “camino del Señor”, tér­mino con el que se identi­ficará Jesús: “Yo soy el ca­mino, la verdad y la vida”.

b) De la segunda carta de San Pedro 3, 8-14.

Esta carta fue escrita a finales del siglo I, con la finalidad de salir al paso a quienes ponían en du­da la fiabilidad de la espe­ranza en la Segunda Veni­da del Señor y el retraso de la parusía que provo­caba serias dudas sobre la espera escatológica. Se puede asegurar que se re­chaza toda impaciencia cuando se trata de los pla­nes de Dios, destacándo­se la gran verdad de que para Dios el tiempo es re­lativo: un instante es co­mo mil años, la paciencia de Dios es ilimitada. Es un llamado a la espera, pero esperar en actividad, en acción, trabajando por la extensión del Reino, prac­ticando la caridad, la pie­dad y la misericordia que debe caracterizar a todos los que decimos creer.

c) Del Evangelio de San Marcos 1, 1-8.

Leemos el prólogo del Evangelio de San Marcos, él es el único evangelista que abre su narración con la figura de Juan el Bautis­ta y su predicación en el desierto, una de las princi­pales figuras del Adviento, junto con el profeta Isaías, San José y la Virgen Ma­ría.

Antes de resumir la ac­tividad bautismal de Juan el Bautista, hay una cita de conexión con el Anti­guo Testamento. “Está es­crito en el profeta Isaías: “Yo envío mi mensajero delante de tí para que te prepare el camino”. Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor”, allanen sus sen­deros”. En la persona y vi­sión de Juan el Bautista comienzan a verificarse las antiguas profecías de dos profetas: Malaquías 3,1: “Yo envío mi mensa­jero delante de ti para que te prepare el camino”, e Isaías 40,3: “Una voz gri­ta en el desierto: prepá­renle el camino al Señor, allanen sus senderos”. La profecía alcanzó su pleni­tud en Jesús, el Ungido, a quien el Bautista anuncia ya presente.

Con el propósito de pre­parar el camino del Señor que ya viene, el profeta del desierto predica a ori­llas del Jordán la conver­sión de los pecados, que se traduce en una nueva con­ducta moral personal y co­mo signo de esa conver­sión y del perdón de los pecados que la gente con­fesaba ante él, propone el bautismo “penitencial”. Pero él es consciente de que el bautismo de agua que administra no es más que un signo provisional del nuevo bautismo en el Espíritu Santo que impar­tirá el Mesías, tan superior a él que no se considera digno de desatarle las san­dalias.

Convirtamos, pues, el corazón a la Buena Nueva del Adviento, siendo testi­gos de la espera cristiana, luchando por construir al hombre y al mundo nue­vo. Viviendo con esperan­za, permaneciendo fieles en el camino que es Jesu­cristo y con el gozo y la alegría que nos produce Su Venida.

Fuente: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nues­tro Pueblo.

B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.