LA IDENTIDAD DE DOS AMORES: INCONFUNDIBLES E INDIVISIBLES
3 min readEVANGELIO DE HOY: 20/7/21 (Mt 22,34-40).
Hoy, Mateo nos presenta a Jesús siendo cuestionado por un grupo de fariseos en torno a cuál es el principal mandamiento de la Ley. Ellos le preguntan por uno, en singular; Jesús responde haciendo referencia a dos, en plural. De manera que, a sus criterios, dos preceptos sostienen las Sagradas Escrituras:
AMARÁS AL SEÑOR, TU DIOS, CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODO TU SER
- La cosa comienza amando al Señor, y se justifica: “tu Dios”.
- Presenta la distinción entre Dios (creador), y quien está llamado a amar, su criatura.
- Lo que espera Dios es una respuesta de amor, porque ha amado primero; no espera un amor tibio, relativo, vacilante. Este amor Implica:
- AMAR CON TODO EL CORAZÓN: hace referencia a amarle con toda la facultad del entendimiento y de los sentimientos… para darle primacía, reconocerle, corresponderle, hacerlo feliz, porque “es tu Dios”; toda la inteligencia humana ha de estar canalizada para dejarse gobernar por este amor, dando su lugar a cada cosa.
- CON TODA EL ALMA: Amar a Dios con el alma es unirse a Él de manera indivisible, convergiendo en la misma persona el aliento humano y el Espíritu divino: debilidad y fortaleza, caducidad y eternidad. Es respirar a Dios en la vida misma con la conciencia despierta: se respira porque Alguien providencia el aliento. Sin su Espíritu somos nada.
- CON TODO EL SER: hace alusión a la disposición y a la voluntad, al pensamiento hondo que dirige a la persona; es el sentido de pertenencia, donde nace la identidad al descubrir el propio origen. Amar a Dios con todo el ser es amarle con todas las fuerzas. AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO:
- Dios está por encima del amor propio. Ha de quererse a Él más que a uno mismo.
- ¿Qué queda de uno cuando ama a Dios con todo el corazón, alma y ser?
- Queda, sencillamente, lo que se es:
- Una criatura que no tiene otro fin, a no ser, amar y bendecir a Dios en todo momento.
- El otro, la otra, el prójimo, comparte la misma condición humana.
- Hay una advertencia, en este segundo mandato, para no endiosar al prójimo, sino amarlo como a uno mismo; o sea como a una criatura, en igualdad de condiciones.
- Ya dijo Santa Teresa: “Si no puedes querer a alguien por simpatía, quiérela porque es hija de Dios”. Nos dice la santa que hay que quererle los hijos y las hijas a Dios.
- Como criatura débil, limitada, el amor se traduce en entrega y servicio.
- Si todo el amor a Dios está volcado para bendecirle, reconocerle, adorarle; el amor al prójimo está centrado en hacerle el bien, ayudarlo, encaminarlo para su Dios, donde todos nos encontramos.
- El amor que uno mismo se tiene marca un límite, y exige una distinción con el amor que ha de estar reservado para Dios, de manera exclusiva.
Señor: en esta mañana venimos a ti, para que nos ayudes a entrar en la dinámica de estos dos amores inseparables e inconfundibles. Queremos amarte con todo lo que somos, para que seas Tú quien ocupes y gobiernes todo lo nuestro. Deseamos ejercitarnos en amarnos de manera sana; para que nuestro amor al prójimo también sea saludable.
- ¿Cómo estoy viviendo la primacía del amor a Dios?
- ¿Cómo me estoy amando?
- ¿Cómo estoy testimoniando el amor al prójimo?