Mar. Abr 16th, 2024

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Solo debemos servir a Dios

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En este mes celebramos 27 años de haber dado inicio a esta columna, un gran esfuerzo gracias a la ayuda de Dios y a nuestra perseverancia por querer llevar aunque sea un sólo aliento de esperanza en el mundo que nos ha tocado vivir, compartiendo con ustedes nuestros lectores un granito de arena en la construcción de una civilización más justa, humana y cristiana.

Agradecemos a los directores y encargados de sección del periódico LISTÍN DIARIO quienes han puesto la confianza en mí, desde los tiempos de don Rafael Herrera (que en paz descanse).

Las lecturas tienen que ver mucho con eso de administrar y utilizar bien el dinero que nos han puesto en nuestras manos. Es difícil para el hombre, en todo lugar y en toda época, entender que simplemente somos administradores de lo que nos ha dado el Señor. Siempre nos creemos dueños y señores de lo que tenemos.

Y eso tiene mucho que ver con en quién ponemos nuestra confianza o en quién no. Si Dios existe o no, eso lo tengo que haber descubierto personalmente por una serie de experiencias que hemos tenido en nuestra vida. Dios continuamente se nos está revelando a través de acontecimientos día a día. La fe no se hereda.

Aunque hayamos educado en la fe a nuestros hijos, la libertad inherente al hombre muchas veces les impide continuar los caminos del Señor, y escogen otro camino que por una serie de factores han decidido tomar.

El testimonio de los cristianos hoy y siempre es sumamente importante, porque las palabras enseñan, pero el ejemplo arrastra. Recordemos las palabras de Jesús a sus discípulos, haciendo referencia a los escribas y fariseos en la Cátedra de Moisés: “Todo lo que les digan, háganlo y cúmplanlo… pero no imiten sus obras, porque ellos dicen pero no hacen”. (Mt 23,3)

Todo lo que está sucediendo en nuestra Iglesia con las malas acciones de malos cristianos nos hace ver que Jesús sabía desde siempre que somos débiles en nuestro actuar, y fallamos continuamente. Necesitamos su gracia y su ayuda, pero debemos pedirla. Él nunca fuerza nuestra libertad.