UN VASO DE AGUA
2 min read«El que les dé un vaso de agua sólo porque es discípulo mío no quedará sin recompensa» (Marcos 9,38-48).
Una expresión popular, grabada en mi infancia es que «el agua no se niega», marcando así una actitud que nos invita a vivir en el sentido de la acogida, la generosidad y la hospitalidad.
Y es que esa actitud contrasta con aquella de la inhospitalidad, del resultar cerrados, tacaños, odiosos y apáticos para los demás. Actitudes estas que pueden resultar escandalosas para los hijos pequeños o para los que poseen una fe débil.
Sé que vivimos en el mundo del «quítate tú, pa’ ponerme yo», de los «yo-duro» (y no de sodio) del egoísmo y la tacañería, y en la época en que poco se da gratis. Pero el Señor nos invita a ser generosos, que es la actitud que nos debe caracterizar como creyentes.
Y si por un lado estamos llamados a acoger, por otro es a saber ser agradecidos, por tantos vasos de agua recibidos en el nombre de Cristo. Descubrir esa generosidad divina es importante para darnos a nosotros mismos.
Ser coherente en vivir a la manera de Jesús nos hace felices, personas capaces de ver el lado positivo de las cosas, de descubrir en los iniciados y en los pobres la presencia de Jesús, como Él mismo dice: cuando estuve sediento, hambriento, desnudo y me diste de beber, comer y me vestisteis. Cuando lo hicisteis con uno de estos mis humildes, conmigo lo hicisteis (Mateo 25,31-45). Amén
P. Carlos Abreu