Su grandeza fue hacerse el más pequeño de los pequeños.
3 min readHoy 4 de octubre del 2021, hace 795 años de su muerte. San Francisco de Así dejó una huella en la historia que quedaría como muestra de la más pura santidad que imita a Cristo.
No llegó a los 50 años. Su nombre de bautismo era «Juan», pero Francisco era el nombre elegido con el que conoceríamos al Santo.
Al escuchar al Cristo de la vieja y destruida iglesia de San Damian pedirle que reconstruyera su Iglesia, no pensó que era más lejos de esas paredes. Lo que hizo con diligencia, tomando todos sus bienes y dándolos para esa misión.
El pedido en San Damián era más lejos de ahí y quedó confirmado con el sueño del Papa Inocencio, al ver que Francisco llevaba sobre sus hombros la Basílica de san Juan de Letrán. Su mismo nombre de bautismo. Aunque el Papa cuando le presentaron el deseo del santo no los aprobó, a raíz de este sueño entendió que lo que Dios había puesto en el corazón de Francisco era cierto.
Francisco caminó andando más de 150 kilómetros para llegar desde Asís hasta Roma, porque era fiel a la Iglesia. Sin la aprobación del Papa no haría nada. Sin embargo al primer año de él invitar a que más personas le ayudaran, justo con él eran 12, un número significativo de su misión.
En estos casi 800 años de presencia de la herencia de Francisco en la Iglesia Católica demuestran que la misión que le fue encomendada no termina. Su vida cristiana nos recuerda cómo debemos vivir nuestro cristianismo. Fue tanto amor que Dios le mostró que le impregnó los estigmas de la pasión de Cristo casi al final de su vida.
Hoy debemos reflejarnos en Francisco de Asís. Nos preocupan los demás ? estamos dispuestos a vender nuestros bienes para reconstruir su iglesia ? Entendemos bien que el cristianismo es un camino de humildad y de considerarnos menos que los demás ?
Mientras él menos tenía, más feliz se sentía. Todo lo contrario a lo que solemos aprender en la vida por aquello de que: «el que más tiene, más puede». San Francisco de Asís, demostró que mientras menos tenía cosas en la vida, más vida tenía ante Dios. Su amor por la pobreza le hizo entender el Evangelio y las bienaventuranzas y de tenerlo todo materialmente pasó a tenerlo todo espiritualmente.
Hoy la Iglesia lo ha nombrado patrono de muchas cosas: de los veterinarios y de los profesionales relacionados con bosques y forestas (ingenieros de montes, ingenieros forestales, agentes y guardas forestales, y otros cuerpos similares) y, por extensión, de los movimientos ecologistas que empeñan sus esfuerzos en el cuidado de la naturaleza y del ambiente.
Su abajamiento para humillarse ante Dios lo llevó a verse como una criatura más hecha por Dios mirando las demás creaturas, como parte de una maravillosa creación hecha por Dios.
Nos invita a vivir siendo amantes de su creación, pues todo salió de sus manos. Hoy el Papa Francisco con las palabras de su himno de las Creaturas «Laudato Si», nos pide vivir una Ecología Integral, no solamente de los recursos, o económica, o natural, sino también humana. No tengamos miedo de dignificar la ciencia que estudia el cuidado de la naturaleza. Con el amor a ella al estilo Francisco de Asís podremos llamarle también a las demás creaturas: «hermanos y hermanas» y a nuestra casa común llamarle: «hermana madre tierra».
Él sí que entendió el primer artículo del Credo: «Creo en Dios Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra«.
Pidamos a Dios que nos ayude a imitar a San Francisco de Asís y la santidad que el vivió en tantas frases y detalles, que parecen salir de los mismos labios de Cristo.