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La vida sin whastapp y demás cadenas

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A raíz de la caída el lunes 4 de octubre de las plataformas de redes sociales y comunicacionales de Facebook del grupo de empresas de Mark Zuckerberg, se dispararon varias alarmas en el mundo y fue la noticia que copó los diarios en sus portales digitales.

Parecía que el mundo había colapsado, para muchos estaban como si fuera aislados del mundo. Para muchos fueron unas vacaciones breves de la «interconexión» con la que vivimos. Llegaron a publicar que hubo menos colapsos en el tránsito porque los conductores no pudieron textear mientras conducían.

Rápidamente todos fuimos a las demás plataformas a ver si funcionaban: Twitter, Telegram, Signal, etc. El tráfico se movió rápidamente incluso algunas colapsando brevemente por la alta demanda.

Esto nos hizo pensar en la dependencia comunicativa a través de estas plataformas y el orden jerárquico que tienen en nuestra vida actualmente estas plataformas.

Quedó evidenciado la vulnerabilidad que tienen esas herramientas y el grado de confianza que le ponemos a plataformas que se pudieran volver inestables o inseguras.

Niños presos de la técnología

Ni siquiera los que somos técnicos del área sabemos lo que realmente sucedió y que generó la desconexión, donde hay millones de usuarios conectados. Hoy estas plataformas son parte de las actividades comerciales, educativas y hasta gubernamentales.

Hemos construido una cultura interconectada que muchas veces crece de manera impersonal, que nos roba las relaciones interpersonales presenciales y que le damos más validez que a los encuentros personales.

Reflexionemos

Definitivamente es un llamado a la reflexión sobre nuestra relación a través de estas herramientas. Ciertamente que la existencia de estas herramientas nos facilita la comunicación, pero nunca deben hacernos sentir un vacío psicológico si ellas no están.

También esto nos llama a no poner todos los huevos en una sola canasta. Los grupos de comunicación digitales de Facebook, Google, Twitter, Mac, etc tienen además intereses económicos y guardan valiosa información personal de los usuarios. Es importante aprender a no amarrarnos a un solo grupo, porque un colapso nos haría perder mucho tiempo y nos expone quizá a la ciberdelincuencia.

La caída momentánea incluso generó que las empresas de comunicación mandaran un mensaje a sus clientes, aclarando que el problema no venía de ellas. Servicios empresariales, de comunicación, de transportación, de educación se vieron afectadas ante el apagón digital.

Al menos existen alternativas a todas las plataformas que deben ser conocidas para no detener nuestra vida cotidiana en la que ya hemos aprendido por otro lado a sacarle provecho para llegar donde antes no se podía, o que tendría que ser realizado solamente de manera presencial.

Es el momento de reflexionar cómo anda nuestra relación en el uso de estas herramientas para que evitar que nos encadenen y deshumanicen. La tecnología es para usarla no para dejarnos usar por ella.

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