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El servicio como liderazgo

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Jesús, en Mateo 9:35, nos recuerda que el liderazgo es servicio: “Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

Reflexionando sobre el modelo de servicio propuesto por Jesús, el papa Francisco nos dice que “el camino del servicio es el antídoto más eficaz contra la enfermedad de la búsqueda de los primeros lugares, que infecta muchos contextos humanos y no perdona tampoco a la Iglesia”. El que quiera ser el líder, que sirva.

Es decir, que sea útil, que transforme vidas, que ayude a los otros a mejorar y que impacte positivamente en su comunidad.

El liderazgo que incide en la prosperidad y felicidad de los ciudadanos y ciudadanas, impulsa el cambio y hace cambiar la mentalidad y actitudes antiguas por valores positivos de progreso e innovación.

El líder servidor construye un sentido de responsabilidad común y motiva un liderazgo horizontal que desarrolla el potencial humano a todos los niveles.

El líder que exige la sociedad basada en el éthos es un eterno aprendiz, se capacita continuamente, porque el éxito de cualquier proyecto depende de la competencia personal y de la inteligencia colectiva. Reconoce que la ignorancia, además de mala consejera, pronostica el fracaso.

El líder de servicio es honrado. Sabe que tiene el poder para servir, no para servirse. Quien se enriquece usando su posición se empobrece moralmente y empobrece a otros.

El gobierno de los principios revoluciona y transforma la realidad. La historia ha demostrado que los líderes inspirados en el servicio y que lideran principios son los que hacen progresar a sus pueblos, los libran de las dependencias, de las discriminaciones, las injusticias y crean esperanza y bienestar.

El líder de servicio es humilde. Su grandeza reside en la sencillez de saberse mortal, humano, y de poner siempre los pies en la tierra, recordando que todos compartimos la misma condición y que lo único que nos hace trascendentes es la bondad.

Siguiendo a Jesús, el líder asume el servicio como la cruz que lo santifica porque sus acciones construyen el Reino de paz, justicia y amor del que venció a la muerte.