Jue. Mar 28th, 2024

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Preparémonos a su venida.

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Recién iniciamos a vivir el tiempo de Adviento, es decir, de prepararnos a su venida.

Cuando vamos a tener una fiesta, limpiamos, embellecemos el lugar de la gran celebración. Pues, les cuento que en estas Navidades que se acerca celebraremos la llegada del niño Dios a nuestro corazón. Para este propósito es oportuno, limpiarlo, extraer las callosidades y obstrucciones de nuestras arterias.

Hacer una intensa labor de barrida, y expulsión de todo aquello que dificulta el paso del Rey de Reyes en nuestro interior.

Para esto, basta recordar lo que El nos ensenó a vivir en su paso por este mundo: tener un trato cercano con el Padre y hacer su voluntad siempre.

Voluntad que se tradujo en amar. Amar de múltiples formas y solo en El se dio el extremo de morir crucificado por ti y por mí, por todos y cada uno.

Jesús nos ensenó a amar y amar es compartir lo que somos y tenemos. Y aquí me detengo. A veces pensamos que para ser buenos basta con no hacer daño a nadie. Pero no, eso no basta. El ser indiferentes ya es un gran obstáculo para la vida de la gracia. La razón? El mandamiento principal es el amor. Y resulta que el amor no es ocioso. El amor es diligente, activo y misericordioso.

Hace apenas unos días visité con parte del equipo de Radio María Dominicana a iniciar una serie de entrevistas a nuestros obispos para que nos cuenten de la celebración del jubileo altagraciano en sus diócesis, e iniciamos con la de Bani en la persona de su obispo, Monseñor Víctor Masalles. Como parte de dicha entrevista (la cual pueden ver desde su canal-Radio María Dominicana) aprovechamos e incluimos como debemos prepararnos para recibir la gracia jubilar y a la vez prepararnos en este importante tiempo litúrgico que es el Adviento. Allí nos habló de la importancia de la reconciliación con Dios y el sacramento de la confesión, tema que aprovechamos para preguntarle sobre un pecado muchas veces olvidado, el pecado de omisión.

Nos sorprendió su respuesta. Más clara no pudo ser porque lo hizo desde la Palabra, Mateo 25, 36 (Tuve hambre y me diste de comer, etc..)

Nos recordó que al final de los tiempos, en el juicio final, se nos juzgara en el amor.

Recordemos estas palabras del Señor: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno […], porque tuve hambre y no me disteis de comer […]. Os digo en verdad: siempre que dejasteis de hacerlo con alguno de estos pequeños, dejasteis de hacerlo conmigo». Mt 25, 41-45. ¡Y es que si amamos, damos! No es posible amar sin dar. Aquellos que por ser pobres materialmente también son capaces de dar.

Es más, vivimos en un tiempo donde lo más necesario no tiene precio que es el amor reflejado en pequeñas cosas, una sonrisa, un servicio desinteresado, el consuelo al afligido… Recordemos esta otra bella frase de Jesús: «Hay más felicidad en dar que en recibir». Sigamos con algunas citas de sus más fieles seguidores: San Agustín también dijo esto: » «La caridad es el lustre del alma, la enriquece y la hace aparecer buena y hermosa. El que piensa compadecerse de la miseria de otro, empieza a abandonar el pecado». «Amando al prójimo y preocupándote por él, progresas sin duda en tu camino.

Y ¿hacia dónde avanzas por este camino si no hacia el Señor tu Dios, hacia aquel a quien debemos amar con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente? Aún no hemos llegado hasta el Señor, pero el prójimo lo tenemos ya con nosotros. Preocúpate, pues, de aquel que tienes a tu lado mientras caminas por este mundo y llegaras a aquel con quien deseas permanecer eternamente». «