Sáb. Abr 20th, 2024

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Rumiar las oraciones

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En Unidos en la oración Olivier Clement comenta tres oraciones tradicionales: el Padrenuestro, y otras dos muy apreciadas en la tradición oriental, la oración al Espíritu Santo, Rey celestial, Consolador con la que comienzan todas las acciones litúrgicas del rito bizantino, y la oración penitencial de San Efrén, Señor y dueño de mi vida, en estas encontramos un medio eficaz para comunicarnos con Dios y marcar el trayecto hacia la vida eterna.

En el Padrenuestro el acercamiento al Creador sondea su ausencia y en pura espera nos refugiamos en la cruz de Cristo santificando su nombre pidiendo un cielo nuevo y tierra nueva renovados en Cristo y penetrados por el Espíritu; dando a la existencia un nuevo color haciendo la voluntad de Dios; pidiendo hacer lo que nos corresponde y expresándolo sin hipocresía; existiendo para reconciliarnos con el que abre los caminos y otorga la gracia, dejando atrás la angustia de sentirnos siempre tentados.

En el Espíritu Santo, afirmamos su divinidad como Consolador y penetrados por su gracia que lo llena todo, adquirimos un tesoro de bienes haciendo de nosotros morada santa, y con una chispa de alegría purifica de toda mancha como gran remendador de lo cotidiano.

En el Señor y maestro de mi vida, evocamos el misterio inaccesible de Dios, que convertido en dueño de nuestra vida allana el camino venciendo el abatimiento y las palabras vanas que anestesian; haciendo, que las aguas de la muerte se conviertan en nuevo nacimiento por el bautismo y así poder morir en Cristo para renacer con su aliento y hacer pie en la casa del Padre.