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MARÍA VA APRISA A DONDE ISABEL (ENTRA EN SU CASA): JESÚS VIENE EN ELLA (PARA ENTRAR AL CORAZÓN).

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EVANGELIO DE HOY: 21/12/21 (Lc 1,39-45).

A pocos días de la Navidad se retoma el evangelio del pasado domingo, la Visitación de María a su prima Isabel. Santa Teresa de Calcuta, comentando el pasaje, sostiene que ahí se retrata la primera Eucaristía; María ofrece a su Hijo en ella; siendo la Madre para Él, el primer altar. En otras palabras, sostiene: “María ofreció su cuerpo, para la formación del Cuerpo de Cristo”.

Recordemos que cuando María sale aprisa, no va vacía; lleva consigo a Dios. No puede darse lo que no se tiene. Lleva a Dios porque Él la habita. Esta humilde Señora, entrando en la casa de Zacarías e Isabel, permite que el Señor, en ella, también entre en las “casas”/corazones de todos los tiempos, de todos nosotros.

Impresiona la imagen de un Dios que necesita ser “llevado”, pero no de cualquier manera; María lo hace con un gozo indescriptible y contagioso, que se filtra hasta en el sonido de su voz: “En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre”. Dios viene a nosotros con mucha alegría. Y los corazones sensibles a este escándalo de amor, pueden describirlo en sintonía con la enamorada del Cantar de los Cantares: “¡Oigan, que llega mi amado, saltando sobre los montes, brincando por los collados!”

Santa Isabel también nos da la clave para recibir al Señor con su Madre: hemos de estar con los oídos espabilados, el corazón despierto, con la esperanza dibujada no sólo en la puerta de la casa sino en lo más profundo de nosotros mismos. Según Isabel, se espera con toda el alma, con todo el cuerpo; con alegría integral y extraordinaria. Se aguarda con actitud y conciencia para reconocer y acoger a quien se aproxima.

En la escuela de Isabel aprendemos a olvidarnos de nosotros mismos para centrarnos en Dios que visita para transformar. Esta mujer madura nos instruye en los pasos fundamentales para que la familia y la casa se queden llenas del Espíritu Santo: dichosos quienes crean que esto se cumplirá. Mamá Isabel nos enseña a bendecir en todo momento. La bendición es el indicio fundamental de que la presencia de Dios está en medio de nosotros.

El Salmo 32, no por casualidad, motiva el canto comunitario. Es tiempo de canto y de acción de gracias. Es el momento de entonar una canción nueva porque los planes del Señor duran para siempre, y los planes de su corazón permanecen de edad en edad. Señor, queremos que vengas a nuestras vidas. Danos juicio y sensatez para no distraernos con chucherías estériles que pasan sin dejar vida. Ayúdanos a tener solidez en nuestra opción por ti. Nosotros también deseamos llevarte a todos los lados, especialmente en aquellos lugares más necesitados de esperanza.

  1. ¿Cómo está mi ánimo de espíritu para recibir al Señor?
  2. ¿Qué debo barrer en mi casa para recibirlo?
  3. ¿Cuando voy, a quién llevo conmigo?