Mié. Sep 18th, 2024

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EL NACIMIENTO DEL NIÑO DIOS: TIEMPO DE GLORIA, TIEMPO DE PAZ.

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EVANGELIO DE HOY: 25/12/21 (Lc 2,1-14).

El evangelio de hoy nos presenta a José y a María cumpliendo sus obligaciones sociales, dirigiéndose para empadronarse o registrarse en la ciudad de Belén. Mientras estaban allí se cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz. El texto no hace referencia a quiénes ayudaron a María en el parto. Como era costumbre, solían ser parteras. Como no se mencionan, posiblemente no estuvieron. Significa que José le asistiera en lo que posiblemente ella misma le iría instruyendo.

En medio de tanta gente en movimiento a causa del censo, no extraña que no hubiese sitio en el albergue. Lo que pudiera ser motivo de escándalo y bochorno, se convierte para María y José en silencio fecundo. No se quejan ni se lamentan. La mujer prudente y sabia ha llevado con ella unos pañales, y es suficiente. María envuelve al Niño, lo cubre y lo coloca posiblemente sobre pajas. Nada ni nadie acapara la atención cuando llega el tiempo de adorar. Ni el balbucear de animales, ni el paso de los curiosos comentando… la paz en la tierra no es poesía, es real.

La gloria del Señor llena la tierra. Su gloria y su salvación son sinónimos. Su gloria es su santidad, la que llega con nuevos criterios, desconcertando. La gloria de Dios se concretiza en la sencillez, en la humildad. Se hace visible, palpable. Esta vez, se hizo Niño. Ella se manifiesta, porque busca hacer partícipes. Es integradora, sensible, buena. Por esto los pastores que vigilaban por turno el rebaño fueron avisados por el ángel, pues no era tiempo de mirar animales, sino de contemplar al que ha nacido. A estos pastores no les preocuparon sus pertenencias, cambiaron el rumbo con pasos, de sus ojos, de su corazón. La paz en la tierra nace de una libertad profunda en los hombres y en las mujeres que optan por hacer feliz a Dios, complaciéndole.

Señor: nosotros hoy queremos contemplar tu gloria en medio de nuestras circunstancias, aquella que nos rodea. María y José pudieron formular muchas excusas, pero no; cumplieron sus deberes envueltos en tu misterio. En el momento culmen se detuvieron para adorar. El desprecio no les hizo ruido, tampoco la incomodidad. Señor, gracias porque naces sencillamente, sin importar las pajas en nuestros corazones; es allí donde tu Madre te coloca como regalo de gloria en nuestras vidas. Danos la gracia de conservar la paz porque tú estás con nosotros.

  1. ¿Alguna cosa me distrae del acontecimiento de la Navidad?
  2. ¿Si los pastores dejaron el rebaño para adorar, qué tengo que pausar yo para hacer lo mismo?
  3. ¿Cómo el Niño Dios me invita a vivir en paz en medio de los compromisos y deberes cotidianos?