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COMIENZA EL TIEMPO ORDINARIO CON UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN

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EVANGELIO DE HOY: 10/1/22 (Mc 1,14-20).

Empezamos, luego de las fiestas navideñas, con la primera semana del tiempo ordinario que se extiende hasta la cuaresma. Verdaderamente es un gran misterio cómo la Iglesia nos conduce hacia la santidad orientados las lecturas que nos propone cada día; ninguna es casualidad, sino que están finamente discernidas en el Espíritu Santo para sumergirnos en el corazón del Padre mediante Cristo Jesús.

Observemos, por ejemplo, la manera en que Jesús inicia su predicación según san Marcos: “conviértanse y crean en el evangelio”. Llama la atención esa combinación de verbos: “convertirse” y “creer”. No dice: “crean y conviértanse”, porque se hace necesario una disposición primera. “Convertirse”, trae la imagen de movimiento, transformación, cambio interior, mudanza en la manera de pensar; que implicará una transición en el orden de los valores, o sea, un nuevo rango en las prioridades de la vida. El imaginario nos lleva a comparar la conversión como el proceso de una maquinaria removiendo la tierra. Entonces, el verbo “creer” vendría siendo esa semilla que el Señor deposita en esa tierra labrada (el corazón humano); porque creer es “aceptar, recibir por fe aquello que Dios revela”.

“Conviértanse y crean en el evangelio”, en su forma gramatical tiene dos verbos en forma plural. Esto es importante. Porque es un mensaje que no tiene fronteras. Abarca a toda la humanidad. Por tal motivo, se hace necesario y urgente implicar a más mensajeros, porque “el Reino de Dios está cerca”. Y es lo que hace Jesús, comienza llamando y escogiendo a sus discípulos, haciéndoles esta propuesta: “Vengan conmigo y les haré pescadores de hombres”. Es una frase hermosa y nutritiva. Nuevamente el plural, “vengan”. En Él hay un lugar para cada uno. Siempre cabe uno más. Él es el punto de unión. Hay en Él calor de amor, fuego de Espíritu. Él es la escuela formativa. Solamente estando a su lado, en su unión, podría aprenderse el arte de una nueva pesca en las aguas de la vida.

Señor: danos un corazón sensible y dócil a tu llamado. Ciertamente algunas realidades de la vida, de la historia personal, nos han hecho cultivar niveles de resistencia, comparada a una coraza protectora. Hoy, queremos dejarnos herir por tu Palabra sanadora y liberadora. Como a esos primeros discípulos, ayúdanos, con tu gracia, a dejar “las redes” que tenemos empuñadas. No permitas que nos quedemos anclados en nuestras diminutas orillas cuando tú nos muestras el océano sin límites hacia donde navegar. Asístenos con el don de la fe, para creer determinantemente que eres el Reino en persona, que no eres idea o teoría, eres Jesús y estás vivo.

  1. ¿Vivo en actitud de conversión permanente o para cuándo estoy dejando la conversión?
  2. ¿Cómo puedo saber de qué tengo que convertirme? ¿Me dejo confrontar por la Palabra de Dios, por las enseñanzas de la Iglesia?
  3. ¿Voy hacia Jesús? ¿Dejo que Él me haga pescador de hombres y de mujeres?