Vie. Sep 20th, 2024

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CUANDO JESÚS LLEGA “LA FIEBRE” SE VA.

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EVANGELIO DE HOY: 12/1/22 (Mc 1,29-39).

El evangelio de hoy nos muestra a Jesús saliendo de la sinagoga, pero no saliendo de Dios. Se dirigió con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés, encontrando la suegra de Simón en cama, con fiebre. Meditaremos el pasaje a partir de tres frases muy importantes que deseamos realzar:

JESÚS SE ACERCÓ

Mapeando los cuatro evangelistas nos encontramos con numerosas expresiones donde a Jesús se le acercan: se le acercan los fariseos, los escribas, los pecadores, los enfermos, los pobres, también los ricos… Pero, como evidenciamos hoy, Jesús también se acerca. Y lo hace cuando hay necesidad. La suegra de Simón estaba enferma, en cama. Ella misma, aunque lo hubiese deseado no podía llegar hasta Jesús; incluso, fueron sus parientes quienes intercedieron. Jesús no se dejó esperar.

Se acercó. Imaginemos una casa pequeña, que cuando usted habla todo se escucha… y consideremos la esperanza de esta mujer, con fiebre, sintiendo los pasos de Jesús que se aproximaba. Esta escena ha de revestirnos de esperanza y de confianza; fortalece la convicción de que Jesús llega hasta los rincones más íntimos de nuestras casas, nuestras vidas. Jesús se acerca sin escrúpulos a nuestras “fiebres”. Se hace necesario dejarlo entrar para remediar los males que no nos permiten dar gloria a Dios sirviendo a los demás.

LA COGIÓ DE LA MANO

La imagen de Jesús cogiendo al otro de la mano aparece en el evangelio; lo hace movido por la compasión. Así sucede con la niña de doce años, a quien ya daban por muerta. Con Pedro, cuando se hundía en el mar… La mano de Jesús toca para curar de lepra… Importa considerar que su mano es la misma mano de Dios, la que palpa con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo.

No por ingenuidad rezan los sencillos: “que el Señor nos pase su mano sanadora”. La suegra de Pedro pudo experimentar la mano de Jesús. Una mano amiga, solidaria, compasiva. Observemos que luego del acercamiento de Jesús se da un paso más. Los efectos de su presencia fueron progresivos: cuando su santidad llega la “fiebre” se espanta.

LA LEVANTÓ

Con esta frase “la levantó” vemos la coherencia de los acercamientos de Jesús. En los pasajes bíblicos se constata que cuando Jesús se acerca la persona no queda igual si tiene fe. Esta acción también es coherente con la imagen de Dios desde el Antiguo Testamento, quien se abaja para liberar, para hacer subir. Jesús también hace subir al otro sostenido con su mano. Ese cuerpo de la suegra, pesado, dolido, echado, comenzó a sentir la frescura y la disposición ante el médico de los médicos que llegó para sanar.

Imagine la memoria sembrada en este episodio. Como las veces en que nosotros mismos hemos estado en el suelo, sin condiciones de levantar la mirada, y llega un querubín del cielo, se acerca, nos da la mano y nos levanta. Recuperar la autonomía es motivo para agradecer. Y a Dios se le agradece sirviendo con mucho amor a todos sus hijos e hijas.

Señor: muchas gracias por tu cercanía compasiva. Gracias porque en el evangelio de hoy nos das la clave para que nuestra presencia sea reconfortante para los demás. La clave está en la vida de oración, en la unión con Dios. Ahí es donde se purgan y purifican las intenciones del corazón, de ahí emana la vitamina y la fuerza necesaria para estar disponible, con prontitud para acercarse, dar la mano y ayudar a levantar. Así como solías ir al descampado para hablar con Dios, nosotros queremos aprender de ti. Danos tu sed.

  1. ¿Me estoy acercando a los demás con humildad? ¿Para qué me suelo acercar a las personas?
  2. ¿Le estoy dando la mano amiga a las personas necesitadas?
  3. ¿Estoy ayudando a levantar, a sostener, a incorporar a las personas al servicio?