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REAVIVAR EL DON DE DIOS: Y PONERSE A CAMINAR UNIDOS

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EVANGELIO DE HOY: 26/1/22 (Lc 10,1-9).

Hoy recordamos a Timoteo y a Tito, santos a los cuales Pablo escribió las cartas que llamamos pastorales. El Evangelio sintetiza el envío del Señor a sus discípulos y las orientaciones para llevar a cabo la misión. Esta fuente jesuánica es el fundamento que sostiene el caminar de los cristianos de todos los tiempos.

El Señor los manda de dos en dos. En este envío hay un detalle importante: la dimensión comunitaria. Ir de dos en dos supone también la convivencia mientras se avanzan y permanecen. Hay una escuela silenciosa, un espacio contemplativo, un ejercicio espiritual en el trayecto. Muchas cosas pudieran suceder. Está, por ejemplo, la manera de comprender y de asumir las mismas palabras que el Señor ha pronunciado. Están en juego las formas, los métodos, la manera de proceder, la caridad en las relaciones.

El Señor dice: “¡Pónganse en camino!”; entre las líneas del texto se presentan unas series de actitudes que implican la convivencia: “Les mando como corderos en medio de lobos”. Esto significa que los “dos” enviados han de ser mansos como corderos. Donde hay mansedumbre no se encienden pleitos estériles que desenfocan de lo primordial.

Los “dos” (comunidad), han de ir desprendidos de toda pertenencia material y de toda preocupación sentimental. Alguien dijo: “Si la gente sabe para dónde va, el mundo se detiene para darle paso”. No hay pasos más firmes y seguros de aquellos que tienen claro el horizonte: van a llevar la paz de Cristo, su propia persona. No pueden dar lo que no han vivido ni experimentado primero. Avanzar juntos y unidos, porque no es lo mismo uno y otro; cuando se logra caminar juntos con la fuerza de la comunión y unidad trinitaria, entonces, el testimonio silente de convivencia es la primera escuela de evangelización.

En las cartas pastorales queda claro que los proceso misioneros son exigentes y agotadores. No siempre se tienen los resultados que se buscan. Algunos kilómetros de desánimos se dejan sentir. En ocasiones se tiene la tentación de hacer lo que nos mandan (predicar), y también aquello que no nos han mandado (el otro acoja la predicación y se convierta); ya no es asunto nuestro.

Es tan importante ese consejo de Pablo a Timoteo: “te recuerdo que reavives el don de Dios que recibiste…”. Dios siempre nos manda la gracia, pero es tarea humana “cargar leña” para mantener encendido el amor primero. Cuando el fuego del amor de Dios se mantiene renovado, entonces el camino se hace llevadero. Del avanzar juntos se sigue el hacerlo unidos en un solo corazón.

Señor: nosotros queremos ser como esos “corderos” que te llevan y hablan de ti en su caminar. Ayúdanos a superar la vergüenza, porque los tuyos no son tímidos y cobardes. Danos ese espíritu de energía, esa fuerza contagiosa para encender los corazones que pudieran estar adormecidos. No permitas que echemos para atrás por los tropiezos, las contrariedades, por las decepciones. Líbranos de buscar fama y reconocimiento. Llénanos de ti, Señor, reaviva nuestro carisma.

  1. ¿Cómo está la convivencia con mis hermanos en la fe?
  2. ¿Qué cosas amenazan con desenfocarme de lo que el Señor me pide?
  3. ¿Qué estoy haciendo para renovar el don que el Señor me ha regalado?