Mié. Sep 18th, 2024

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DE LA LOCURA PROVOCADA AL SANO JUICIO

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EVANGELIO DE HOY: 31/1/22 (Mc 5,1-20).

El evangelio de hoy nos habla de un hombre poseído por un espíritu inmundo.

Notamos la gran esclavitud a la que estaba sometido. Sufría violencia y atropello. Ni las cadenas con las que intentaban dominarlo le controlaban. Este hombre es el espejo vivo de que el mal existe y que su objetivo es poseer y dominar a quienes son imagen y semejanza de Dios. Observemos que pasaba el día y la noche en los sepulcros, lugar de muerte. Hay, también entre nosotros, una corriente poderosa que intenta mantenernos en lugares donde la vida se atropella, se marchita, y si no se rescata muere de una vez.

El hombre preso no tenía fuerza para liberarse a sí mismo, y la gente que le rodeaba tampoco sabía cómo hacerlo. Tenemos como consecuencia un claro enfrentamiento entre Jesús y el demonio, porque el Señor quiere y busca lo que le pertenece. Llama la atención que el espíritu maligno se burlara de todos los intentos fallidos por domar al hombre, pero ahora estaba ante quien él mismo reconoció como “Hijo de Dios Altísimo”. Ese pobre hombre se había convertido en sede comunitaria para los llamados legión.

El evangelio enseña quién tiene la autoridad en esta historia. El hombre y la mujer sabios saben en quién se confía. Veamos ese contraste entre “aquel que domina” y “aquel que libera”. Al maligno sólo le quedó echarse a correr, postrarse, gritar, rogar con insistencia… pero obviamente, Jesús no hizo tratos con el mal. Sencillamente, le ordenó radicalmente que saliera.

Los dueños de los puercos, donde fueron arrojados los demonios quedaron disgustados con Jesús. La economía para ellos era más importante. Con todo, en la lógica del Reino de Dios, la victoria estaba en ese hombre liberado: “sentado, vestido y en su sano juicio”. Quiso seguir a Jesús, pero para el Maestro era suficiente que diese testimonio de la experiencia de vida: el paso del sepulcro a la luz.

Señor: gracias porque aunque no tengamos posibilidades de acercarnos a ti para pedir auxilio, porque nos hayan dejado ciegos y mudos, tú lo haces por iniciativa. Vienes a rescatarnos y peleas con autoridad por nosotros. Nos asumes responsablemente y no te marchas hasta dejarnos en sano juicio. Ese sano juicio que nos da libertad para pensar, meditar, discernir, colaborar, disponernos. Señor, es muy duro vivir con la fuerza del mal gobernando la vida. Líbranos de este mal y no permitas que caigamos en tentación. Amén.

1. ¿Cuáles son las actuales cadenas con las cuales el mal intenta atarnos?

2. ¿Cuáles vicios, tendencias o actitudes el Señor le dice, en mí: “salgan”?

3. ¿Cuál ha sido la experiencia fuerte del paso de Jesús, por mi vida, liberando?