¿Qué pasa con los padres de hoy?
4 min readEn una sociedad líquida, donde muchos padres han considerado la crianza de sus hijos sin una educación conductual apoyada en las consecuencias positivas o negativas por sus actos buenos o malos, que ha traído como resultado la llamada «Generación de Cristal» (Niños y jóvenes que se rompen fácilmente), quiero expresarte la imperante necesidad de aplicar el valioso ‘‘Sí o No justificado’’ en nuestro rol de la paternidad responsable.
Si queremos educar hijos capaces de elegir el bien, de tener una personalidad definida e integridad, es vital que como padres aprendamos a decirles no cuando sea no y sí cuando sea sí desde pequeños y mantener nuestra respuesta.
En otras palabras, el carácter positivo de los hijos se forma a través del establecimiento de normas y de su cumplimiento en el hogar y fuera del mismo, enseñándoles cuáles acciones sí son correctas y cuáles simplemente no lo son. De este modo se forma a nuestros hijos en la moral.
Cuando educamos a nuestros hijos mediante el ‘‘El Sí o el No Justificado’’ no sólo les autorizamos o negamos realizar tal o cual acción, sino que al explicarles las razones de nuestra postura ante sus conductas o nuestra decisión de su asistencia o no a determinadas actividades, estamos formándoles en el razonamiento y en el aprendizaje de que todo tiene un por qué.
No basta con decirles que sí o que no a nuestros hijos, sino que es necesario hacerles entender cuáles son las causas de nuestras decisiones en sus vidas.
Me río cuando escucho a algunos(as) padres e incluso terapeutas decir que a los niños(as) no se les debe llamar a la atención o poner «de castigo», a lo que me pregunto ¿Deberíamos los padres entonces dejar a los hijos hacer lo que quieran?… ¿Acaso corregirles y/o ponerles algún castigo acorde a su edad y sin violencia no es parte de nuestra responsabilidad?
Sin dudas que una función vital de todo padre y madre es corregir a nuestros hijos cuando cometen alguna falta moral, como irrespetar a los demás, tomar algo ajeno o destruirlo, mentir o desobedecer a nuestras instrucciones, pues es nuestro deber educarles para que puedan ser personas de bien en la sociedad, sino ¿Quién lo hará?
Ahora bien, como todo en la vida tiene su modo adecuado de realizarse para obtener buenos resultados, corregir y castigar tienen su manera correcta de llevarse a cabo según la edad del niño(a) o adolescente y la gravedad de la falta.
Cómo corregir
Corregir con amor justo después del momento de la falta, explicando la falla con claridad y como hacerlo bien en la próxima ocasión, sí es la forma correcta y efectiva en el tiempo para hacer corrección a nuestros hijos, por el contrario, cuando actuamos por impulso, con golpes, por descargue de ira o de estrés, sólo amedrentamos a nuestros hijos en el instante, dañamos su autoestima, les hacemos más violentos y no logramos cambios efectivos a largo plazo, pues esto no educa su consciencia ni pensamiento crítico.
Los buenos actos tienen buenas consecuencias y los malos actos hechos de modo consciente también conllevan malas consecuencias, por esto los castigos son necesarios, porque estos también educan. Ahora bien, los castigos nunca deben ser violentos ni realizados para dañar el autoestima de una persona.
En el caso de los niños(as) y adolescentes, retirarles sus gustos personales son sin duda la mejor manera de castigar: Cero tablet, cero videojuegos, cero fiesta. A mayor gravedad de la falta consciente y de la edad, mayor el tiempo de retiro de sus gustos.
Corregir a tiempo y del modo adecuado a nuestros hijos es amarles y evitarles consecuencias mayores en la sociedad en el futuro.
Padre, madre, es necesario entender que debes asumir tu figura de autoridad como parte esencial de tu rol en la educación moral de tus hijos y que no es una responsabilidad de la escuela, ni de la Iglesia.
Ejercer asertivamente esta postura no implica la violencia verbal o física hacia tus hijos, sino el saberles comunicar con firmeza y claridad lo que está bien y lo que está mal, lo que pueden y no pueden hacer, así como establecer consecuencias positivas o negativas por sus actos.
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