VAYAMOS CON LOS DEMÁS ENFERMOS AL ENCUENTRO CON JESÚS
3 min readEVANGELIO DE HOY: Mc 6,53-56
El evangelio de hoy, en pocas palabras, nos muestra la itinerancia y los resultados misioneros de Jesús. La manera en cómo el texto describe los lugares por donde pasaba: “aldea”, “pueblo”, “caserío”, nos trae la imagen de quien recorre todos los rincones con el fino propósito de que el Reino de Dios sea manifiesto ampliamente. A Jesús le interesaba la gente, no las circunstancias como vivían. En este sentido, meditemos en la reacción de las personas a su paso por las comunidades:
“Algunos lo reconocieron…” quiere decir que las obras realizadas por Jesús ya eran sabidas, habían llegado tales noticias antes que su persona. Pero lo importante aquí es que su paso generó movimiento en los poblados. Descubrieron que en Él estaba lo que ellos necesitaban, la salud. Ese pueblo que iba tras Jesús se sabía enfermo.
Realmente, sin esta conciencia, nadie sale a buscar lo que ya tiene. Un gran revuelto se visualiza, porque se afirma que la gente se “enteraba” de su presencia por esos lugares. Ante la genuina oportunidad, y sin tiempo que perder, afloraron las enfermedades, los males, para ser depositados en quien es la fuente de salud y vida.
Observemos la solidaridad de la gente entre sí: “llevaban los enfermos en camillas”. Los que no podían valerse eran cargados por otros. Imaginemos los familiares y amigos sacando a tanta gente imposibilitada y, de cierta manera, excluida de la vida social.
No nos quedemos exclusivamente en esta dimensión de la sanación física, sino en lo que tal sanación provocaba a nivel de conversión en cada una de las personas que fue revitalizada por Jesús y en aquellas que testimoniaban el acontecimiento.
“Colocaban los enfermos en la plaza”… ¡Cuántos enfermos para un solo hombre! En Jesús, fuente de toda santidad, se diluían los impedimentos para que la persona experimente una vida digna y con sentido trascendente.
Los enfermos rogaban a Jesús para tocarle, por lo menos el borde de su manto. “Tocar su manto” y tocar su persona es lo mismo. En la cultura bíblica el manto representa la persona misma. En este sentido, quien se sabe perdido, desorientado, sin rumbo, sin horizonte, al “tocar el manto de Jesús” echa mano a su santo proyecto de vida. Esto es importante: porque también hoy, todos los que le tocan quedan sanos.
Señor: danos hambre de tu Cuerpo y de tu Sangre. Queremos ir tras de ti, tras tus huellas en cada lugar donde se Celebre en tu Nombre. Conoces, Señor, nuestras dolencias, nuestras quejas, nuestros achaques… danos la vida que mendigamos, porque no nos conformamos con mediocridades sabiendo que la santidad existe y que está contigo.
Gracias Señor porque te dispones a ser tocado, alcanzado, porque te acercas, entras, llegas, te muestras para el encuentro. Gracias por compartir y darnos tu salud. En ti, nuestras vidas nacen otra vez.
- ¿Cómo reacciono ante el paso de Jesús por mi vida?
- ¿Voy con los demás enfermos?
- ¿He tenido experiencia de devolverme para buscar a alguien que necesita encontrarse con el Señor?