Mié. Abr 17th, 2024

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Combinación fatal

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El destino puede jugarnos una mala pasada si nos rehusamos a conocer a profundidad las personas que es­tán en nuestro entorno, entendido esto, desde las circunstancias que rodean muchas veces los distintos ámbitos don­de nos desenvolvemos.

En el transcurrir de la vida ocurren hechos o encuentros que están fuertemente custodiados por una alta dosis de cinismo que retratan de cuerpo a aquellos para quienes el sentimiento de la vergüenza ha muerto.

Por consiguiente, si llevamos a su máxima ex­presión lo dicho por Francesco Petrarca, que to­do aquel que nada sospecha es fácilmente en­gañado, cualquiera será presa fácil del enemigo que acosa y no descansa.

Se trata del arte de la simulación, en la que so­mos engañados por la apariencia de la verdad, en la que ovejas con piel de lobo quieren presen­tar o más bien representar un papel que no les va, aunque traten de emplear como medio de convencimiento una risa sardónica, igual que aquella descrita por Shakespeare en Hamlet (acto I, esc. 5ª.), “que alguien puede sonreír y más sonreír…y ser un canalla”.

De este modo, la envidia el orgullo y el egoísmo, se unen para crear un ser perver­so, maquiavélico y diabólico, sin virtud algu­na que no sea aquella en la que deambula la altivez inquebrantable de sus vicios pasados y presentes, donde jamás pueden coexistir la paz y la concordia.

Aunque pueda llegar el momento de quitar­les a gente de esta naturaleza su mascara y de­volverles su aspecto real, no sin razón se impo­ne una invencible desconfianza que con acierto convenza, que no se puede lidiar con personas que son irrecuperables.