Combinación fatal
2 min readEl destino puede jugarnos una mala pasada si nos rehusamos a conocer a profundidad las personas que están en nuestro entorno, entendido esto, desde las circunstancias que rodean muchas veces los distintos ámbitos donde nos desenvolvemos.
En el transcurrir de la vida ocurren hechos o encuentros que están fuertemente custodiados por una alta dosis de cinismo que retratan de cuerpo a aquellos para quienes el sentimiento de la vergüenza ha muerto.
Por consiguiente, si llevamos a su máxima expresión lo dicho por Francesco Petrarca, que todo aquel que nada sospecha es fácilmente engañado, cualquiera será presa fácil del enemigo que acosa y no descansa.
Se trata del arte de la simulación, en la que somos engañados por la apariencia de la verdad, en la que ovejas con piel de lobo quieren presentar o más bien representar un papel que no les va, aunque traten de emplear como medio de convencimiento una risa sardónica, igual que aquella descrita por Shakespeare en Hamlet (acto I, esc. 5ª.), “que alguien puede sonreír y más sonreír…y ser un canalla”.
De este modo, la envidia el orgullo y el egoísmo, se unen para crear un ser perverso, maquiavélico y diabólico, sin virtud alguna que no sea aquella en la que deambula la altivez inquebrantable de sus vicios pasados y presentes, donde jamás pueden coexistir la paz y la concordia.
Aunque pueda llegar el momento de quitarles a gente de esta naturaleza su mascara y devolverles su aspecto real, no sin razón se impone una invencible desconfianza que con acierto convenza, que no se puede lidiar con personas que son irrecuperables.