Vie. Mar 29th, 2024

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Las tribulaciones continúan

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“Miren que llega la hora, y ya llegó, en que se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo, aunque no estoy solo porque el Padre está conmigo. Les he dicho esto para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán sufrimientos, pero confíen: yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).

Son y siguen siendo muchas las voces en el mundo que advierten que esta crisis de salud en la que la humanidad viene caminando nos llevan a que las cosas ya no serán iguales a como las vivíamos antes de la misma, es decir, antes del 2019.

Recordamos aquí las palabras dichas en una entrevista por el presidente del Foro Económico Mundial, el señor Klaus Schuab, cuando le preguntaron en una entrevista: “¿Cuándo volveremos a la normalidad? Y su respuesta fue simplemente “nunca”. A esta afirmación se suman también otros organismos como la ONU, el mismo papa Francisco, FMI, etc. Y es que las tribulaciones o pruebas siguen y no parece que vayan a parar. Pero cabe preguntarnos si nosotros sabemos cómo detenerlas.

¿Qué ha sucedido con el hombre? ¿Qué ha sucedido con el plan original de Dios con respecto al hombre? ¿Qué ha hecho el hombre con la libertad con que Dios lo creó? ¿Por qué el hombre sigue con la intención de aniquilar al mismo hombre? ¿Por qué el hombre quiere adueñarse y cambiar lo que él no creó ni inventó? ¿Por qué el hombre sigue con la idea de querer ser como dios? ¿Por qué sigue el hombre queriendo dominar hasta lo que no puede dominar: la naturaleza?

Sigue el hombre cayendo en la misma tentación de nuestros primeros padres, cuando la serpiente les dijo “serán como dioses”. ¿Por qué sigue sucediendo todo esto? Pues la respuesta parece ser sin lugar a duda, que la humanidad sigue en su empecinamiento de revelarse contra Dios. Pero ¿esta revelación la adquirió solo o, alguien, algún espíritu maligno se la inoculó?

Pues así es: el maligno, el padre de la mentira, el embaucador, enemigo de Cristo y de su Iglesia…, satanás es el causante de esta rebeldía de la humanidad. Es lo que se ha denominado la tan señalada batalla espiritual: guerra entre el Reino de Dios contra el reino de satanás. Ya el Señor nos había dejado en claro, en el diálogo con Poncio Pilatos, que su Reino no es de este mundo. Y es que el Reino de Dios nos ha llegado por medio de su Hijo como el remedio, la medicina que sana y cura esta enfermedad del mundo.

Errores de Rusia y mensaje de Fátima

Nuestra celestial Madre del cielo, en su aparición en Fátima, ya nos había advertido que Rusia esparciría sus errores por el mundo y que se le podía combatir cuando el Papa, en unión con todos los obispos del mundo consagraran a Rusia a su Inmaculado Corazón, para así tener y vivir una real y verdadera época de paz. Pero lo cierto es que este deseo de la Señora del cielo, su deseo de consagración de Rusia, no se realizó como ella lo pidió. Ha habido uno que otro intento de hacerlo, pero la realidad religiosa y política rusa lo ha impedido, ya que, no se ha querido entrar en una especie de controversia con la iglesia ortodoxa y el gobierno ruso.

El Papa san Juan Pablo II, el 25 de marzo de 1984 lo que dijo fue: “Madre de la Iglesia, ilumina especialmente a los pueblos de los que tú esperas nuestra consagración”. Y en otra revelación de nuestra Madre, dijo estas palabras: “Hoy la consagración de Rusia y su consagración personal, son necesarias para la salvación de toda la humanidad, tan enferma y tan alejada de Dios y de la Iglesia”.

Ataque a la Iglesia

Como parte de estas tribulaciones, tenemos lo que está viviendo la Iglesia de Cristo a lo interno en estos últimos tiempos. No podemos negar que la Iglesia está siendo azotada por embates externos, pero también por embates internos producto de la infiltración del enemigo de Cristo y sus secuaces: los masones y los comunistas que se han infiltrado desde los seminarios. ¿Y con qué intención hicieron esto? Pues con la intención de que influyeran, desde los altos puestos, para cambiar la doctrina y moral católica. Es una especie de sabotaje interno de la Iglesia.

Estos ataques a la Iglesia de Cristo, desde fuera y desde dentro, conllevan la consecuencia de la disminución de la fe a su mínima expresión en países y continentes, para dar paso así a una nueva religión, despojada toda ella de su contenido trascendental; una vivencia religiosa puramente horizontal.

¿Qué es lo que debemos de hacer para contrarrestar esta situación de tribulaciones que está atravesando la Iglesia de Cristo? Nuestra Madre del cielo nos insiste que tenemos que fortalecer la oración, la penitencia y la práctica sacramental, para lograr, sobre todo, la conversión de los pecadores.

Es el poder de la oración hecha con fe, perseverancia, confianza y humildad. Por medio de ella se disipan las tinieblas del pecado, los sufrimientos y tribulaciones que buscan apartarnos de Dios y de su plan de redención de sus hijos.