Jue. Mar 28th, 2024

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«Den y se les dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el delantal de sus vestidos. Porque con la medida con que midan se les medirá.» (Lucas 6,38)

Una característica nuestra, es que siempre buscamos una «ñapa» de más en todo lo que compramos. Unas onzas, una mercancía de regalo. Buscamos, en el fondo, que los demás sean generosos con nosotros. Aunque no siempre somos recíprocos en serlo con los otros. 

Un carpintero, seguramente, sabrá de medidas exactas, para hacer una silla o una mesa. Cualquier centímetro de más o de menos puede provocar un desbalance. Pero, las métricas de Jesús presentan las cualidades de la gracia divina que se nos dará: buena (no tiene limones dañados o pequeños en el fondo de la lata), apretada (se ve que está llena), remecida (sacudida en dar lo justo para cada uno) y rebosante (desbordante de sus dones generoso para todos). 

En definitiva, la medida de Dios, es la medida buena del amor sin límites, que hace salir su sol sobre malos y buenos, sobre justos e injustos. Es la medida de un Reino que no se calcula con valores humanos. Es una medida «a manos llenas», donde todo se perdona, mostrándonos su compasión e invitándonos por igual a ser generosos. Amando incluso, a quienes no somos de su agrado, hablen mal de nosotros o simplemente no congeniamos. 

Regularmente, a la justicia se le representa como una mujer con los ojos vendados, con una balanza en una mano y una espada en la otra. Ojalá nuestra justicia sea esa, de amar sin mirar a quien. 

Esa es la característica principal de quién sigue a Jesús. De aquel que se da sin medidas. Y la regla de oro, todo el bien que queremos para nosotros, comencemos por darlo a los demás, sin importar que sea afín a mis ideas o no. Sin miramientos ni prejuicios. Amemos con «ñapa» incluida. Pregúntate cómo estás amando y cómo te dejas amar. Si te falta medida, deseala al menos, y se te dará la medida del hombre celestial (1 Corintios 15,49) para amar de esta manera. Amén.