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CUARESMA: TIEMPO FAVORABLE PARA DAR EL SALTO DE NUESTRA MISERIA A SU MISERICORDIA.

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EVANGELIO DE HOY: 2/3/22 (Mt 6,1-6.16-18).

Hoy miércoles de ceniza comienza la cuaresma, un tiempo especial donde Dios nos sostiene con su amor providente para impulsar en nosotros el deseo de un nuevo nacimiento, mediante la conversión, con la gracia del Espíritu Santo. El Señor nos presenta tres pilares con los cuales avanzar en el camino: limosna, oración y ayuno; dichas referencias buscan santificarnos. Sólo se nos pide ejercitarlas con un corazón puro, noble, sincero, en este momento favorable para dar el salto de nuestra miseria a su misericordia. 

LIMOSNA: 

Nos advierte el Señor sobre la intención con la cual hemos de vivirla. Esta práctica solidaria favorece la madurez espiritual cuando compartimos los bienes con el deseo profundo de que al otro también le toque aquello que es de todos, porque el buen Dios es providente. Llama la atención el mandato: “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”.

Aquí se descubre el valor del silencio, la prudencia, la discreción. Ya lo sugirió un santo al considerar: “que tus espectadores sean los ángeles y los arcángeles…” Esta actitud sencillamente, eleva el alma al bien espiritual de buscar sólo colaborar con Dios, amándoles a sus hijos e hijas. Y el amor alivia, el amor consuela. Es una tristeza la cantidad de gente amargada porque sienten que no le agradecen los favores realizados. La limosna que agrada al Señor, no espera recompensa; se dona y sigue caminando. Es un remedio eficaz contra la avaricia: “afán de poseer muchas cosas, sólo por el placer de acumular, sin compartir”.

ORACIÓN: 

La oración es un diálogo de amor. Y quien sabe de amor sabe que a éste le gusta la privacidad, la intimidad, la soledad. Dios es así. Desea hablar a solas con el corazón de cada persona. Porque es aquí donde se crece y nos parecemos más a Él. La oración sincera es el gimnasio donde se ejercita la fe. Jesús nos la pone fácil. Nos llama a la honestidad espiritual, a la autenticidad con nosotros mismos. En el espacio de oración la persona llega a conocerse, no se va de este mundo sin haberse encontrado consigo misma, a la luz santa del Espíritu. Y conociéndose a sí también se encuentra con Dios, que se le revela. Por esto la importancia de estar a puertas cerradas para no dispersarse, para no desviarse de lo que se espera. Es un remedio contra la vanagloria. En un mundo donde fluye la jactancia, el Señor nos convida a saborear los manjares del silencio humilde y discreto para estar con Él y, en adelante, seguir juntos.

AYUNO: 

El Señor nos invita a perfumarnos en tiempo de ayuno. Realmente, el ayuno es el perfume del amor. Es la fuerza de Dios que nos ayuda a vencernos a nosotros mismos. Es gracia que domestica la voluntad, para ponerla en sintonía con su Señor. Nos ayuda a conocernos más, a permitir que Dios actúe y que dirija nuestros pensamientos y nuestras vidas. Permite acercarse a la autenticidad, a la originalidad de lo que somos. Es un remedio eficaz contra la gula, organiza el interior y lo encarrila a la serenidad. Para que el ayuno no pierda su mérito espiritual también va acompañado de la prudencia.
 

Oremos con el Salmo 50:

Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi falta,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado…
 
Tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
en mi interior me inculcas sabiduría…
 
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
renueva en mi interior un espíritu firme.   
 
1. ¿Con qué actitud comienzo a vivir la cuaresma?

2. ¿Estoy haciendo un serio examen de conciencia para acudir al sacramento de la confesión? ¿Con quién me acompañaré espiritualmente?

3. ¿He organizado mi agenda para tener más tiempo de oración, revisión personal?

4. ¿Cómo vivir más a fondo este tiempo en comunidad eclesial?