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Primer domingo de Cuaresma

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“Desde el miércoles de Ceniza, la Iglesia se viste de morado, color que simboliza humildad, penitencia, que les dan sentido y perspectiva a este tiempo; con este espíritu recibimos la Cuaresma, en la que al pueblo de Dios se le invita a reconocer sus debilidades, para entrar en el camino de conversión, y salir victoriosos en el combate que hemos de sufrir en la lucha contra el enemigo.” (tomado de Rayo de Luz)

Tiempo de Cuaresma, tiempo de reflexión, tiempo para cambiar nuestras actitudes para ser mejores personas.

Son 40 días para aprender a amar como El nos amó; 40 días para aprender a respetar los derechos de los demás; 40 días para para rescatar a la familia de los intereses de los extraños; 40 días para tener una conciencia recta; el hombre debe buscar la verdad y debe juzgar según esa misma verdad. San Pablo nos decía: No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cual es la voluntad de Dios; lo bueno, lo agradable, lo perfecto”. (Rom 12, 2)

El Evangelio de hoy es claro. Jesús se dejaba tentar en el desierto esos 40 días que estuvo en ayuno, oración y penitencia, para enseñarnos con su ejemplo a vencerlas.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios, pidiéndoles que se convirtieran y creyeran en el Evangelio.

Frente a la realidad que nos apremia y en la que no podemos obviar los efectos negativos de esta pandemia, la Iglesia nos invita a seguir las huellas de Jesús, en las que podemos ver que continuamente y cada vez que tenía que emprender un hecho trascendente, tal como es el inicio de su misión evangelizadora y la preparación para entrar a la obra redentora de la humanidad, mediante la pasión, muerte en la cruz y resurrección, primero oraba profundamente en intimidad con su Padre.

“Así vivió el Hijo de Dios esos 40 días, sin comer ni tomar agua, hasta sudar sangre. El maligno no logró que Jesús cayera en esas tentaciones porque estaba blindado por la fuerza espiritual de la oración. Y este es el camino que debemos transitar en esta Cuaresma, para evitar que el maligno pueda actuar sobre nuestros pensamientos y aprovechar situaciones naturales que nos apremian para inducirnos al mal.” (Idem)  ¡Amén!