Mar. Abr 16th, 2024

ApmPrensa

Agencia de Prensa APM

Autoestima y religión

3 min read

El cristianismo fundamenta la fe en el Dios amor. Sin em­bargo, en el pa­sado y todavía hoy en al­gunos sectores de la Iglesia Católica y de otras confesio­nes religiosas cristianas se exhibe el perfil de un Dios amenazante, generador de miedo, perseguidor y juez implacable que castiga la más mínima transgresión.

Tal visión ha ido perfilando cristianos con una fe infan­til, miedosa, culpabilizante que a su vez ha forjado un comportamiento victimista. El resultado de toda esta rea­lidad no puede ser otra que una autoestima y una auto­compasión deficientes, que cataloga el cristianismo co­mo una religión que impone un peso insoportable a sus miembros. Era este, precisa­mente, el eterno conflicto de Jesús de Nazaret con los gru­pos religiosos del momento.

José-Vicent Bonet, jesuita es­pañol, experto en psicología de la religión, ha publicado un pe­queño e interesante, libro titu­lado Teología del “gusano”. Au­toestima y evangelio en el que, de manera sencilla y sugerente, denuncia esa forma malsana y pseudo religiosa de vivir la cul­pabilidad que lleva todavía a no pocos a sentirse como “gusa­nos” despreciables ante Dios y no como “hijos amados” de un Padre quien siempre acepta y acoge tal cual somos.

La religiosidad auténtica es y ha sido una gran fuer­za humanizadora y libera­dora del mundo. Pensemos, por ejemplo, en san Igna­cio de Loyola, san Juan Bos­co, santa Teresa de Calcuta, san Juan Pablo II y otros mu­chos más.

Pero también hay que reconocer que hombres e instituciones, en el pasado, en nombre de la religión han desfigurado y manipulado la imagen de Dios para opri­mir y destruir a otros seres humanos. Ello es una conse­cuencia directa del egocen­trismo humano que daña la autoestima y la autocompa­sión en la persona.

Según la Terapia Racional Emotiva se puede hablar de neurosis religiosa. Esta con­siste en una respuesta emo­cional y conductualmen­te disfuncional, generada por la percepción evaluati­va de un estímulo. Así pues, según José-Vicent Bonet, la neurosis religiosa está gene­rada por creencias no sanas de carácter religioso sobre Dios, el pecado, la salvación, la otra vida, entre otras.

Esto es el resultado de una edu­cación religiosa impartida por algunas “iglesias” y ha sido llamada, acertadamen­te, por los terapeutas alema­nes Schaetzing y Thomas, “neurosis eclesiogénica”. Se refiere al resultado de la for­mación y de la educación impartida por tales “igle­sias”, en nombre de Dios.

La persona con este tipo de religiosidad llega a pen­sar que “somos auténticos se­res de maldad, merecedores de castigos eternos y que ante los ojos de Dios no somos más que lombrices y gusanos”. Es­ta idea de Dios hace que nos sintamos gusanos en vez de hijos suyos; además, perjudi­ca el sentido de valía personal, es decir, la autoestima y la au­tocompasión.

Tal realidad ha generado, en no pocos cre­yentes, lo que se denomina, la “pérdida silenciosa de la fe”. Más aún, una reacción visce­ral al tema religioso y a las iglesias. Sin embargo, cuan­do un individuo ama a Dios y se sabe amado por Él, exhibe en su ser y en su hacer la bon­dad de Dios que beneficia, sin lugar a dudas, su crecimiento y la convivencia humana. El Dios cristiano es amor.