PIDAMOS «PAN» PROVECHOSO AL ALMA
2 min readEVANGELIO DE HOY: 10/3/22 (Mt 7,7-12).
En esta mañana el Señor, en el evangelio, nos dice: “pidan y se les dará”, “busquen y encontrarán”, “llamen y se les abrirá”… y surgen las preguntas: ¿qué pedir, qué buscar, dónde llamar? El relato nos llega en este momento de cuaresma, tiempo fuerte de oración.
Jesús nos abre el corazón del Padre, su manera de ser; se comporta como ese hermano mayor que ha hecho un camino primero, y quiere que sus hermanos, confiadamente, lo hagan. “Dios no muerde”.
El texto, muy sutil, deja evidente en qué insistir en la oración: “Si a alguno de ustedes le pide su hijo pan…”. Jesús da por hecho que se pide algo bueno. Por esto la imagen del pan. Ningún padre dará piedra al hijo que le pide nutrientes para vivir.
En el pensamiento agustiniano “El Señor te reserva lo que no quiere darte pronto, para que aprendas a desear en gran manera las cosas grandes, por ello conviene orar siempre y no desmayar”. Santa Teresa de Jesús, nos aconseja: “Confórmate con lo que Dios te da, porque sólo te da aquello que te conviene”. También hay que orar para que el Señor nos enseñe a orar, y a saber pedir aquello que nos hace bien. Y lo que nos hace bien tiene dimensión trascendente, eterna.
Alguien comentó: “¿Se tiene un padre para pedirle cosas todo el tiempo?, pues aunque se le pidan, es preciso cuidar de él”. Esta expresión encuentra lugar en la meditación. Porque qué oportuno sería pedir a Dios todas las gracias necesarias para cuidar de su proyecto, de sus intereses, de su camino de santidad y salvación. Viene la imagen de alguien que se suma a una «empresa» y va a «suministrar» para abastecerse de todo lo necesario para emprender la jornada.
Imagine una situación así en el corazón de Dios: que sus hijos e hijas toquen las puertas de la misericordia para pedir y buscar la sabiduría, el discernimiento, la humildad y la prudencia para servirle en santidad y justicia por siempre.
El Señor nos quiere santos; nos abre el camino para emprender tal ruta: “Traten a los demás como quieren que ellos les traten”. Podemos comprender que cuando alguien venga hasta nosotros: pidiendo, buscando, llamando, sepamos qué darle, cómo ayudarle a encontrar, y no dejarle esperando en la puerta.
Con razón dice el salmista: “Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma”. Señor, que sepamos buscar el pan de vida. Gracias porque siempre nos ofreces aquello que un padre amoroso da a sus hijos e hijas queridos.
- ¿Qué estoy pidiendo?
- ¿Qué estoy buscando?
- ¿A qué puerta estoy llamando?