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MARTES SANTO: SIGNOS DE LA TRAICIÓN

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EVANGELIO DE HOY: 12/4/22 (Jn 13, 21-33.36-38).

El pasaje de este día habla de la traición de Judas; la misma muestra varios signos que la evidencian y la desenmascaran. Destacamos estos detalles: se comienza diciendo que “Jesús estaba profundamente conmovido”. Esto remite al discernimiento del Señor y también a su prudencia. Sabía lo que pasaba y lo que vivían, en el interior, cada uno de sus discípulos. Conocía a los suyos. Se percibe un ambiente intenso en la comunidad de los Doce. Había un aire diferente; entre las líneas del texto, se dan gestos y lenguaje de señas que permiten considerarlo.
 
Jesús les dice: “Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Donde va entrando la traición, se gesta la división comunitaria. Por uno, la comunidad sufre entera. Comienza la confusión y la sospecha: “los discípulos se miraban unos a otros perplejos”. Es duro estar en comunidad y dudar unos de otros. Parece que Juan era el menos sospechoso; es a quien Pedro hizo un gesto para que investigue con el Señor.
 
Vivamos, en algo, ese momento, cuando Juan se apoya en el pecho de Jesús; allí en el centro de su tristeza, donde experimenta un contraste entre el amor de uno y la traición del otro. A la petición de Juan, para saber quién es, Jesús opta por indicarlo dándole un trozo de pan untado. La escena es fuerte. Judas come, se alimenta de la mano a quien va a traicionar. Está con la conciencia enyesada.  
 
Judas tomó el pan en su interior torcido. Le hizo daño por su propia maldad. Había roto la comunión, o bien dicho, estaba a punto de romperla de manera definitiva. Si antes el demonio había entrado en él, cuando se retira de la comunidad, lo posee definitivamente. La traición es gobernada y dirigida por el espíritu del mal. Como en otros pasajes, Jesús sigue dando órdenes a los demonios: “Lo que tienes que hacer hazlo enseguida”. Cuando Judas salió era de noche. Así vive la comunidad, una noche densa cuando uno de sus miembros se va en estas condiciones.
 
Sólo cuando Judas sale el Señor dice: “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él”. Es la expresión de quien ha sido fiel. De quien ha podado la comunidad, aún para su propio sacrificio. Pero no acelera la hora. Vive cada momento. Aún le faltaba experimentar, no otras traiciones, sino negaciones.     
 
Con el salmista rezamos: “A ti, Señor, me acojo; no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame”. 

  1. ¿Qué responsabilidad asumo cuando comulgo el Pan de Vida?
  2. ¿De qué manera se traiciona a Jesús hoy?
  3. ¿Cómo vivo la fidelidad entre los amigos, la familia, la comunidad?