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LLAMADOS A ALUMBRAR, TESTIMONIAR, GLORIFICAR

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EVANGELIO DE HOY: 7/6/22 (Mt 5,13-16).

Jesús le dice a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra”; por lo que plantea, éstos tienen la responsabilidad de custodiar que dicha sal no se vuelva sosa para no acabar bajo los pies de la gente; allí donde llegan las cosas que no sirven para nada. Luego les agrega: “Ustedes son la luz del mundo”, cuya función es alumbrar a todos los de la casa. A partir de estas dos imágenes, “sal” y “luz”, el Señor sintetiza el mensaje que nos compromete a todos nosotros a:

ALUMBRAR

“Alumbre así su luz a los hombres”. Alumbrar es diferente de brillar. Quien se decide a alumbrar es porque está en unión con quien dice de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo”. No busca sobresalir, sino orientar. Implica discreción y determinación para estar en lo alto sin desenfocar a los demás, sin “apropiarse de lo que atañe a Dios”. Quien alumbra desde Cristo Jesús sabe que sólo es como ese cristal, por medio del cual atraviesa el rayo de luz.

TESTIMONIAR

Alumbrar tiene un claro propósito “Que los demás vean las buenas obras”. El testimonio de vida lleva consigo una fuerza evangelizadora firme. No se le pide al cristiano que alumbre por alumbrar, sino para que esta luz toque los corazones, las conciencias, para que despierten y contemplen el camino a seguir. Todo implica silencio: no se dice “para que los demás les escuchen”, sino “para que les vean”; no a ellos mismos, sino a las obras que realizan.

GLORIFICAR

Alumbrar y testimoniar lleva a “dar gloria al Padre que está en el cielo”. Quien entra seriamente en esta dinámica de vida cristiana está ofreciendo su vida para que refleje la gloria del cielo en la tierra. La gente lo ve y se recuerda que Dios existe, que está vivo. Glorificar al Padre es un proyecto de vida.

Oramos con el Salmo 4: “Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro/. Tiemblen y no pequen, reflexionen en el silencio de su lecho. Hay muchos que dicen: ¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros? Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino”.

  1. ¿Cómo mi vida se torna luz de Cristo para los demás?
  2. ¿Me dejo evangelizar por las buenas obras que realizan las demás personas?
  3. ¿Qué implica seriamente “dar gloria a Dios”, y no buscar la propia?