Vie. Abr 19th, 2024

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UNA DEVOCIÓN EFICAZ

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“Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración”… Padre Pio de Pietrelcina.

Así como Jesús es omnipotente por naturaleza, así lo es María por gracia; por lo cual, alcanza cuanto pide. 

Es imposible -escribe San Antonino- que la augusta Madre de Dios pida algo a su Hijo, en favor de sus devotos, y no sean atendidos sus ruegos.

 Sor Lucia (una de las tres videntes en Fátima) nos habla del Rosario que tanto nos recomienda la Madre: “Creo que, después de la oración litúrgica del Santo Sacrificio de la Misa, la oración del Santo Rosario, por el origen y sublimidad de las oraciones que lo componen y por los misterios de nuestra redención que recordamos y meditamos en cada decena, es la oración más agradable a Dios que podemos ofrecer y de mayor provecho para nuestras almas. 

Si así no fuese, Nuestra Señora no la habría recomendado con tanta insistencia”. 

Dicen que las palabras mueven, pero que el ejemplo arrastra. 

Comparto una bella anécdota que me sucedió unos años atrás. Fue en la Parroquia Santo Tomas de Aquino, poco antes que iniciara la misa. Se trata del queridísimo Padre Vicente Rubio (quien partió  a la casa del Padre). Le comenté que quería consultarle algo, y con una sonrisa respondió suave pero con firmeza me dijo: dame unos minutos que tengo algo muy importante que hacer. Espere un rato en la oficina parroquial, pero, decidí entrar a la capilla. Allí estaba. ¡Que escena! El Padre, sentado en un banco de la esquina de la iglesia, saco de su bolsillo su rosario y empezó a hacerlo. Nunca lo olvidaré. 

Confieso que le tenía una gran admiración, por su gran calidad humana e inmensos dones espirituales que vivía repartiendo a quien lo necesitara. 

El no sabía que yo observaba, pero su testimonio me convenció. Adiviné el secreto de su espiritualidad e inicié de inmediato su imitación. 

Y es que el Rosario no es sólo un compuesto de padrenuestros y avemarías, sino un divino compendio de los misterios de la vida, pasión, muerte y gloria de Jesús y de María.

Quince promesas de la Virgen a quienes recen el Rosario: 

1. Aquellos que recen con enorme fé el Rosario recibirán gracias especiales. 

2. Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario. 

3. El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios, disminuye los pecados y nos defiende de las herejías. 

4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su dedeo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.

 5. El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá. 6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna. 

7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.

8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos. 

9. Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente. 

10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo. 

11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario. 

12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades. 

13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mi al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte. 

14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesús Cristo. 

15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía. Como hemos visto, No nos contentemos, en aconsejarlo a los demás: es necesario que lo practiquemos!