Mié. Abr 24th, 2024

ApmPrensa

Agencia de Prensa APM

INVERTIR EN LOS GRANEROS DEL CORAZÓN.

3 min read

EVANGELIO DE HOY: 17/10/22 (Lc 12,13-21).

Una persona, en medio del público, le dijo a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Esta intervención fue suficiente para que el Señor nos advierta sobre las actitudes necias que abraza la codicia; y las actitudes sabias que no se apega a los bienes, sino que hace buen uso de éstos. Jesús nos propone una parábola donde nos podremos examinar todos:
 
“Un hombre rico tuvo una gran cosecha”: esto nos habla de abundancia. De alguien que ha trabajado duramente. Pero también nos habla de la bendición de Dios, quien ha mandado la lluvia, ha dado la salud y la disposición para trabajar. Recuerda, al mismo tiempo, a todas las personas que estuvieron involucradas para tales resultados. Esta cosecha no sólo se refiere a los productos de la tierra, también comprende la prosperidad en sentido general, incluyendo los progresos personales mediante los dones y talentos que el mismo Señor nos ha dado.  Cada uno de nosotros somos testigos de diferentes riquezas. Ahora bien, el texto nos da una excelente clave de reflexión. Ese señor de la cosecha se pregunta:
 
“¿Qué haré?”. Esta es la cuestión fundamental. ¿Qué haré con mis riquezas? No pensemos que no tenemos riquezas, porque sí la tenemos. La pregunta pudiera englobar desde las pertenencias materiales hasta las gracias espirituales. ¿Qué haré? Aquí la parábola nos describe la decisión del pensamiento necio: derribar el granero pequeño para hacer otro mayor. Se enfoca en almacenar. Calcula todo, menos que en cualquier instante le exigirán la vida. Intenta asegurar su futuro y su buena vida, no en compartir. Tiene el granero lleno y el corazón vacío. El texto deja caer una pregunta para meditar: “¿Lo que has acumulado de quién será?”.
 
El pensamiento sabio invierte en los graneros del corazón. Se hace rico ante Dios. ¿Qué hace? Comparte para no amontonar, y los graneros nunca quedan vacíos. Da de lo que tiene, puede ser hasta consejos, pero siempre da algo. La persona sabia tiene conciencia de que su paso es transitorio por esta tierra. Vive en total desapego. Tiene la vida como un regalo, una gracia, un don, que un día le exigirán. Vivir cada día como si fuera el último es una bendición de Dios. Al sabio le interesan los graneros que permanecen para siempre. Esos graneros están en el cielo. Ahí se conservan las obras buenas que nacen del amor. Ahí se depositan los buenos deseos, los pensamientos nobles, las pruebas de amor y fidelidad al Dios de la vida. Ahí están los graneros. Cada uno ha de preguntarse si los está llenando.
 
El Salmo 99 nos ayuda a rezar y, al mismo tiempo, nos enseña a invertir en los graneros espirituales: sirviendo al Señor con alegría, con la conciencia de que Él nos hizo y somos suyos… manteniendo en nuestra boca una acción de gracias, bendiciendo su nombre, porque su misericordia es eterna.
 
1. ¿En cuáles graneros están mis inversiones?

2. ¿Soy persona que acumula o que comparte?

3. ¿Me estoy guardando para no caer en codicia?

4. ¿Cuándo me exijan la vida, para quiénes serán mis graneros?