Vie. Mar 29th, 2024

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NUEVO AÑO: CON LA BENDICIÓN DE DIOS,
Y LA CUSTODIA DE MARÍA.

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Al comienzo de este nuevo año civil, como Iglesia celebramos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Iniciamos este capítulo de la vida con la presencia maternal de María. Jesús nos regala su Madre. Dios, por su parte, nos bendice. La bendición que los sacerdotes israelitas daban al Pueblo en fiestas y ocasiones especiales, ha sido escogida hoy, como primera lectura, para que dicha gracia se extienda hacia cada uno de nosotros. Siente la bendición de Dios sobre ti:
 
“El Señor te bendiga y te proteja”; esto es, que recibas su gracia, su beneficio, su providencia. Que sientas su presencia, como buen pastor, guiando tus pasos, defendiéndote de males, peligros y perturbaciones. Abre tu corazón este primero de enero y recibe la bendición de Dios. Abre tu boca y bendice a tus hermanos, a tus amigos, a todas las personas que te cercan, y las que están lejos, las que conoces, y las que solo sabes que existen… bendice al mundo, bendice la creación, ¡sé tú mismo bendición!, instrumento y canal de gracia. Únete a la voz del salmista cuando canta: bendeciré al Señor con toda mi alma, y por todos los siglos.
 
El Señor “ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor”. Si en tu interior anida la bendición de Dios, tus ojos, tu semblante lo reflejarán. Lo que conservas dentro se revelará por fuera. Acoge la santidad y la pureza. Que la gracia de Dios purifique cualquier basurita dispersa, y que brille Dios en tu sonrisa, en tus gestos. Que Dios te conceda su favor, que es lo mismo que decir, que te conceda su misericordia; la que te rescata del abismo del pecado y de la muerte para hacerte habitar en el país de los vivos, de los santos.
 
“El Señor se fije en ti y te conceda la paz”. Así como María se sintió mirada por Dios, eso se desea para ti. Que no te sientas desapercibido para Él en medio de tantos hijos e hijas. Dios nos alcanza a todos. El Señor te mira, te calienta con sus rayos de amor. Que esta unión con Él te conceda la paz. Que la paz sea tu inspiración y tu mesa: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta”.
 
Santa María: me dispongo ante ti como un hijo, una hija, para que, de la misma manera en que acunaste a Jesús, custodies en mí la gracia de Dios. Cárgame en tus brazos, María, que sienta tu amparo, porque solo me pierdo y no confío en mis fuerzas. Entresaca, conmigo, las cosas que debo guardar en mi corazón; saquemos las que me hacen daño, que lastiman a los demás. Como los pastores, deseo cantar dando gloria a Dios. Quiero sustituir los lamentos por alabanzas; éstas nacen luego de haber recibido la bendición de Dios.

  1.  ¿Siento la bendición de Dios en mi vida o algo me distrae para no experimentarla?
  2.  ¿Ayudo, consuelo, comparto, sirvo, de manera que con mi vida otros sientan la bendición de Dios?
  3. Si el año comienza ¿qué me impediría a mí empezar de nuevo?
  4. ¿Me dispongo a cultivar, en este nuevo año, una mayor relación con la Virgen María?