SIN MIEDO DE ACERCARSE AL QUE SUFRE.
3 min readEVANGELIO DE HOY: 11/1/23 (Mc 1,29-39).
Jesús salió de la sinagoga y se dirigió, con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. Entrar en la casa, podríamos meditar, es entrar en la realidad del otro. Una vez dentro, comenzó a conocer la situación de vida de sus amigos. Le dijeron que la suegra de Simón estaba en cama y con fiebre. Se nos presenta un detalle importante, le hablaron a Jesús de alguien que no podía hablar de sí misma. Uno puede preguntarse sobre las veces que le ha hablado al Señor sobre alguien necesitado, que depende de la caridad de los que están próximos.
Jesús se acercó a la suegra. Esta proximidad está fundamentada en la compasión. Con estos pasos de Jesús hacia la suegra de Simón, el Señor nos dice que no le tengamos miedo al que está sufriendo. El dolor ajeno atrajo a Jesús y lo sigue atrayendo. Cuando se aproximó, Él no dijo nada. No fueron necesarias las palabras tanto como la presencia consoladora y solidaria.
La delicadeza de Jesús se dejó sentir. La tomó de la mano. Aquí hubo un contacto más estrecho. ¿Qué significa para nosotros tomar de la mano al que está postrado? El Señor la recuperó de su estado. Sin la mano de Jesús, ella no hubiese logrado dejar la cama. Sin la mano de Jesús, todos nosotros seguiríamos postrados en los abismos de la vida. ¿A quién le estoy dando la mano en estos momentos?
El Señor la levantó. Él es Jesús. Pasa por nuestras vidas levantándonos. Él nos recupera de nuestra pasividad para involucrarnos en el servicio por su Reino. Hoy el Señor también quiere levantarnos de nuestros cansancios, de nuestras fiebres, de nuestros agobios. Acostados no cooperamos en nada. El Señor también nos da la clave para parecernos a Él, y entrar en la casa, en la realidad de los otros llevando vida y salud espiritual.
La clave de Jesús para acercarse, dar la mano y levantar es la unión permanente con el Padre. Una unión que se cultiva mediante la oración. Si en un momento el Señor estaba rodeado de gente necesitada, en otro momento lo contemplamos distanciándose al descampado para orar a solas. Estos escenarios no podrían faltar en nuestras vidas si queremos ser fieles seguidores de Jesús. Cuando le dicen “todo el mundo te busca”, no se deja atrapar. Fue a otros lugares donde también se necesitaba sembrar la semilla del Reino.
Señor: son muchas las fiebres que intentan postrarnos, sacarnos del servicio. Entra siempre en nuestras casas, en nuestras vidas. Que nosotros, como tú, podamos interesarnos sinceramente por el sufrimiento ajeno, hablarle de ti al que sufre; y del que sufre hablarte a ti. Afianza nuestra vida de oración con tu gracia; que podamos, con la fuerza de tu Espíritu, ir acercándonos, dando la mano, levantando… a los sufrientes de hoy.
1. ¿Cuáles miembros de mi familia, de mi comunidad tienen “fiebre”? ¿Cuáles están postrados, qué no les permite servir a los demás?
2. ¿A quién le estoy dando la mano para que se levante?
3. ¿Cuál ha sido mi experiencia personal cuando alguien me ha dado la mano y me ha sacado de mi postración?