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EL MISTERIO DE LA LLAMADA.

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EVANGELIO DE HOY: 20/1/23 (Mc 3,13-19).

… Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que Él quiso, y se fueron con Él. La imagen de Jesús subiendo y llamando nos hace meditar en aquello que implica seguirle. Caminar con el Señor es un itinerario de crecida. Con Jesús se madura sin dejar de pisar en la tierra, en la realidad, en las difíciles situaciones de la vida. No es lo mismo mirar desde abajo, que mirar desde arriba, o sea, desde el panorama amplio de la fe y la esperanza. Jesús nos saca del suelo, del límite, de la estrechez, y nos da la altura espiritual necesaria para estar a su lado. Con Él nunca llegamos al tope, porque el Señor siempre nos queda más alto. Hay mucho movimiento en la vida espiritual.
 
El Señor fue llamando a los que Él quiso. Este es un misterio al que no tenemos acceso. ¿Quién puede escudriñar la mirada de su corazón? No puede negarse, con todo, que ha elegido a algunos, los ha distinguido para que hagan vida íntima con Él. Se trata de algo parecido a lo que Teresa de Jesús llamó: “los amigos fuertes de Dios”, refiriéndose a esos amigos con los cuales el Señor contaba para que fueran soporte de aquellos de naturaleza más vulnerable; pero todos son amigos. La otra Teresa, del Niño Jesús, le pidió al Señor comprender dicho misterio. Le dejó saber, con la imagen de las flores, que en el jardín no todas son azucenas, sino que también hay margaritas, creadas por el mismo Dios, con las cuales Él se deleita cuando mira el suelo.
 
El Señor siempre nos llama, y no importa para qué estado de vida, o realidad concreta lo hace. Seamos azucenas o seamos margaritas, nos toca dar lo mejor de nosotros, sin complejos ni comparaciones. Ahí radica la felicidad plena mientras vamos subiendo en humildad con Jesús.
 
Los llamados se fueron con Él. Ante una llamada se espera una respuesta. No quiera estar usted en la piel de quien ha sido llamado y no responde, en ese momento cuando la gente descubra que ha dejado al Señor esperando por chucherías transitorias. No quiera estar en el lugar de quien desmotiva a los otros para que no respondan. ¿Cómo saber que Dios llama para algo específico? La cosa comienza en el corazón; algo parecido a un hormiguero o un chispazo en el alma. El Señor enciende el fuego dentro, y varias personas lo identifican por fuera, como si se hubiesen puesto de acuerdo; es el Señor hablando por todas partes, hasta por letreros y anuncios…
 
Señor, tú quieres que tengamos íntima experiencia contigo, que te conozcamos de verdad, porque quién hablaría de ti sin saber quién eres. Gracias por la oportunidad de estar contigo; vamos creciendo hacia arriba en sabiduría, hacia abajo en humildad, mientras nos gastamos por tu Reino.
 
1. ¿Siento la voz del Señor que me llama? ¿Para qué, y cómo lo sé?
 
2. ¿Doy una respuesta ante la llamada? ¿Qué estoy esperando para responder?
 
3. ¿Tendría el valor de desmotivar a una persona que el Señor llama a la vida consagrada o al sacerdocio? ¿Con qué autoridad lo haría?