Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en el cielo
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En camino con la Palabra
Profesores del Instituto Bíblico Pastoral Latinoamericano de la FEBIPE-UNIMINUTO explican cada semana el evangelio del domingo.
Cuarto domingo del Tiempo Ordinario
La Mg. Dina Elizabeth Rodríguez, profesora del programa de Ciencias Bíblicas en Uniminuto, nos habla de la solemnidad de Jesús en la enseñanza de la montaña. Después de introducirnos en el contexto en el que se encuentra el pasaje de las Bienaventuranzas, dirá la profesora Dina Elizabeth que la alegría evocada en el inicio de este discurso por la buena noticia que predica Jesús había sido anunciada en el Antiguo Testamento, para luego mostrar de qué manera se pueden comprender mejor las Bienaventuranzas teniendo en cuenta los rasgos de la comunidad a la que se dirige el evangelista.
Mt 4,12-23
Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; y abriendo su boca les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados cuando los injurien, los persigan y, mintiendo, digan contra ustedes todo tipo de maldad por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en el cielo.