SIN TEMOR A DESCANSAR
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EVANGELIO DE HOY: 4/2/23 (Mc 6,30-34).
El pasaje de este día nos ayuda, de manera especial, a quienes llevamos una vida activa en los diversos campos laborales, profesionales y apostólicos… El Señor nos dice hoy: no tengamos miedo a descansar. Cuando Jesús constata que ni Él ni sus discípulos tenían tiempo para comer, les recomienda: “Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”.
Algunas veces, y por ignorancia, hay gente orgullosa de haber renunciado a sus vacaciones para seguir trabajando. Incluso, hay quienes ni los domingos cierran su negocio; se olvidaron del sentido del domingo, del “detenerse” para agradecer al Señor y estar con Él y con los demás. Uno se da cuenta del valor del descanso, a la hora que se va deteriorando la familia, la vida interior, las relaciones humanas. Porque cuando no hay descanso la agresividad, la apatía, se dejan sentir; el entusiasmo por las cosas se lastima progresivamente hasta desaparecer.
Es difícil que una persona que no descanse pueda hacer oración de calidad. El cuerpo lo tumba, lo debilita. La gente puede pensar que está en crisis existencial, que no tiene pasión por Dios, que su fe se ha quebrantado, y lo que tiene es necesidad de descansar. El mismo Jesús nos dice hoy: – “paren un poco”. No hay que dormir fuera de hora con un libro en la mano para justificar, si lo miran, que se ha quedado dormido, que estaba leyendo. ¡Cuánto temor al pobre descanso!
La importancia de parquearse con el Señor es imprescindible para rehacerse. Cuando se descansa un poco se escucha más clara la voz de Dios, se perdona más fácil. A ninguno de nosotros nos puede faltar ese “lugar apartado” donde nos podamos revitalizar en familia, en comunidad de hermanos y hermanas. Hay que saber distinguir ese lugar, porque si distrae de Dios, si endeuda a la persona, no se ha escogido bien. Ese lugar apartado no implica consumismo, vanidad, superficialidad, sino que ha de reunir las condiciones básicas para alimentarse espiritual y fraternalmente.
Otra lección aprendida con Jesús es que, aunque estemos cansados; mientras llegue ese “espacio de reposo”, hemos de seguir sirviendo compasivamente. Ya lo dice el tradicional canto: “mi cansancio que a otros descanse”. La compasión de Dios renueva las fuerzas. Pero este cansancio de entrega generosa no causa tristeza ni amargura, contrariamente, provoca el “cansancio alegre” por el Reino de Dios.
Señor, pastor mío, quiero que me lleves contigo a las verdes praderas. A las praderas de mi soledad interior. Dame a beber tus aguas de reposo. Necesito recitar en mis adentros que tú has restaurado mi alma. Te entrego mis cansancios. Instrúyeme, Señor. Despojado de mí mismo captaré tus enseñanzas. Gracias por prepararme la mesa, hoy celebro contigo, en comunidad, y mi copa rebosa de dicha. Tú estás conmigo. Tu amistad y tu presencia me consuelan.
1. ¿A dónde voy a descansar, y qué me descansa?
2. ¿He hecho experiencia de descansar ante Jesús Sacramentado?
3. ¿He sentido complejo para descansar? ¿Cuál ha sido la consecuencia de no apartarse?
4. ¿Cuál es el sentido del descanso? ¿Cuáles son sus frutos?
5. Si me piden un servicio, estando cansado ¿refunfuño o sirvo con alegría?