Vie. Mar 29th, 2024

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ENFERMOS DEL ALMA.

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LECTURAS DE HOY: 11/2/23 (Gn 3,9-24; Sal 89; Mc 8,1-10).


El día está dedicado a la jornada mundial de oración por los enfermos; además de recordar en nuestras súplicas a tantas personas que luchan por su salud, especialmente aquellas de escasos recursos, también vamos a tener presente a los enfermos del alma.  
 
El Catecismo nos enseña: que el término “alma” designa la vida humana o toda la persona. Pero también designa lo que hay de más íntimo en el ser humano y de más valor en él; significa “principio espiritual de la persona”. Hablemos, pues, de los “enfermos del alma”, teniendo claro que la unidad del cuerpo y del alma es tan profunda que se debe considerar al alma como la forma del cuerpo; ya que toda la persona humana es, en Cristo, templo del Espíritu Santo (Cf. 363-366).
 
La primera lectura del Génesis nos ilumina en lo referente a cómo el alma se va enfermando. Ella empieza su dolencia desobedeciendo; y empeora cuando Dios la llama y no la encuentra, la procura y ella se esconde. En el jardín se escuchó la voz del Señor, pero el hombre huía con su desnudez. Cuando uno huye mientras Dios se acerca, toma fuerza la enfermedad. El hombre sintió miedo, porque estaba en falta. Es duro dar la cara cuando uno ha fallado. No enfrentar la vergüenza enferma el alma. Asumirla es el comienzo de la cura.
 
La gente se enferma del alma cuando le atribuye la culpa al otro, sin responsabilizarse de sus propios actos. En el relato todos se defienden: se defiende la mujer, se defiende el hombre, y hasta la misma serpiente si la dejaran hablar. Podemos respaldar la salud del alma tomando conciencia de que nuestros actos y actitudes tienen consecuencias. No podemos andar en la vida como si Dios no existiera, al margen de su expresada voluntad. También a nosotros nos harán la pregunta: “¿Qué es lo que has hecho?”.
 
En el evangelio Jesús advierte a sus discípulos que si la gente no se alimenta se desmaya por el camino. Nos podemos desmayar por el hambre y el mal comer. Jesús nos ofrece el pan de la salud, el pan de la vida. Él es el pan, la vitamina del alma.
 
Señor: aquí estoy, con lo más íntimo de mí ante tu presencia. Te pido que vengas a mi tierra, que camines por mi jardín interior. No quiero dejarte preguntándome: “¿Dónde estás?”. Hoy no tengo vergüenza de mostrarme ante ti, con todo lo que soy y como estoy. Me has dado toda la confianza. Me has vestido un traje nuevo, el traje de tu gracia y de tu misericordia. Gracias, Señor, porque me quieres sano, y te me das como alimento de vida. Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros.
 
1. ¿He sentido dolores en el alma?  
 
2. ¿Por qué se llama a los «directores espirituales» doctores del alma? ¿Cómo se llama su médico del alma? ¿Usted lo necesita o cree que se cura solo?
 
3. De la misma manera en que la gente solidaria lleva a los enfermos a la Iglesia para la Eucaristía, ¿usted colaboraría para que los enfermos del alma lleguen hasta los pies de Jesús?