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PRUDENCIA EN EL CAMINO DE CONVERSIÓN

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LECTURAS DE HOY: 22/2/23 (Jo 2,12-18; Sal 50; Mt 6,1-6.16-18).

Hoy, miércoles de ceniza, es tiempo propicio para iniciar, con la cuaresma, un camino de conversión personal y comunitaria. Cuando recibamos la ceniza, que resuene en nuestro interior esas palabras de Jesús: “Conviértete y cree en el evangelio”. Te lo dicen a ti y a mí, a cada uno. Que la luz del Espíritu, en ese momento, nos haga dóciles para reconocer la necesidad de cambiar aquellas actitudes y acciones que no honran a Dios, nos hacen daño, y lastiman a los demás.
 
Las lecturas de este día nos ayudan a entender aquello que se nos propone vivir. “Conviértanse de todo corazón”. ¿Cómo se hace esto? Nadie podría iniciar dicho camino si no prioriza espacios de soledad y de reflexión para el encuentro personal consigo mismo y con Dios. Uno pudiera pensar que está muy bien como va, hasta que no abre su interior y comienza a escudriñar y a confrontarse. En un primer momento parece difícil abrir las puertas de los “armarios interiores”, y más cuando suelen estar cerrados con muchas llaves. Sin embargo, abrirlas es necesario para desempolvar profundamente, de la mano con el Señor, compasivo y misericordioso.
 
El Salmo 50 nos da la clave y la actitud de hacer dicho proceso de conversión: inicia diciendo: “Misericordia, Dios mío, por tu bondad”. Reconocer la verdad de lo que somos y de lo que Dios es, es fundamental. Somos pecadores y Él tiene el poder de hacernos nuevas criaturas y renovarnos por dentro con espíritu firme.
 
La conversión sincera es un proceso prudente y discreto. Jesús nos habla de “no tocar las trompetas” cuando uno ayuda y es solidario con los demás. Se trata de no dañar con los pies lo que hacemos con las manos. Darse a los otros, servir, compartir, es neurálgico para empezar a vencer el propio egoísmo. Dios se da, y nosotros somos felices cuando también nos damos sin publicidad.
 
“No hay que hacer esquinas” para que nos vean en oración. La relación con Dios comienza a consolidarse en la intimidad, allí donde nadie ve lo que acontece entre el Espíritu y el alma. Dios habla bajito y mientras menos distracciones uno tiene más favorece el encuentro. El deseo inconsciente de querer aparentar interrumpe la oración y limita sus frutos.
 
De igual manera, nos dice el Señor, que para vivir el ayuno, se necesita prudencia y honestidad espiritual. Ayunamos cuando nos privamos, no sólo de comer, sino de realizar prácticas y acciones que no nos dejan ser auténticos, transparentes, sensatos. Ayunemos del chisme, de pensar mal de los otros…
 
Señor: te queremos pedir, al inicio de esta cuaresma, que nos des la gracia de la prudencia, para vivir un verdadero proceso de conversión. Que en comunidad cristiana podamos ayudarnos a renovar nuestras vidas a la luz de Cristo.

1. ¿Qué le dice a mi vida la palabra “conversión”?
 
2.  ¿Me gustaría tener un diario espiritual para ir escribiendo mi experiencia de conversión?
 
3.  ¿Por qué es importante vivir la cuaresma en comunidad cristiana? ¿Usted sabía que solo uno se pierde?