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San José, Redemptoris Custos

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Redemptoris Custos.

Con este sugestivo título me acerqué a un libro que nos habla del Redemptoris Custos. Me refiero a San José, hoy dia de su fiesta, cuando le dedico estas lineas, 19 de marzo, fecha en que el Papa Francisco ha pedido le pidamos juntos a través de 3 Padre Nuestro a las 3:00 p. m. hora de la misericordia para que interceda y que se detenga esta pandemia del coronavirus que esta azotando al mundo y causando tantas muertes y terror.

Hablemos un poco de él.

El Patriarca San José era descendiente directo del Rey David, origen del cual tuvo razones “humanas más que suficientes” para haber caído en la tentación del orgullo y arrogancia. Sin embargo, no fue así. Caracterizado por su humildad y sencillez tuvo la gloria de haber obtenido el don inefable de ser custodio del Salvador del mundo. Era un hombre de Dios, judío fiel a los preceptos divinos, pero sobretodo hombre de oración. Sabemos por el Evangelio que pasó muchas vicisitudes, tanto espirituales como materiales pero sacaba fuerzas de lo alto. Trabajador, sin lugar a dudas, fue un carpintero que obtenía el sustento del sudor de su frente.

Enseñó a Jesús su oficio y es de suponer que a pesar de su oficio activo, era un gran contemplativo. ¡No es para menos! Tenía en su casa dos seres especiales: la llena de gracia y la gracia misma. Vivía para Ellos y los defendió de tantos peligros! Desde el anuncio del embarazo de la Virgen, antes de la revelación del Ángel en sueños, por amor la defendió de ser lapidada con su silencio.
En el momento del nacimiento, buscando albergue para ellos ¡sufrió los sinsabores del rechazo de los suyos! Ante el peligro de ser alcanzados por la furia de Herodes, el desasosiego de la huída a Egipto. Tiempo después, posiblemente ya establecidos y con nueva clientela a su disposición, recibe el llamado de volver a su tierra, a empezar de nuevo…. Y aquélla horrible experiencia de haber perdido a Jesús en Jerusalem.

Sin embargo, asumía todas estas pruebas en silencio activo, sin quejas, pero con diligencia. ¡Cuánto tenemos que aprender de San José! Y por qué no? Confiarnos a su patrocinio. ¡Es el padre de Jesús! Y ¿qué hijo no quiere que su padre sea amado? ¿Acaso el Santo de los Santos será peor que nosotros?

Al contrario, creo que Jesús estaría complacido que desde ya le tomemos cariño a quien fue su primer benefactor aquí en la tierra. Agradezcamos a Dios el don de San José y cobijémonos bajo su sombra. Santa Teresa, gran devota suya decía de Él: “No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo…No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea más aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a Él se encomiendan…Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y vera por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devoción…”

ORACIÓN:

“Glorioso patriarca San José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, venid en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Tomad bajo vuestra protección las situaciones tan serias y difíciles que os encomiendo… a fin de que tengan una feliz solución. Mi bien amado Padre: toda mi confianza esta puesta en Vos. Que no se diga que os he invocado en vano. Y puesto que Vos podéis todo ante Jesús y María, mostradme que vuestra bondad es tan grande como vuestro poder.

Amén