Vade Mecum
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Esta expresión latina, a parte de su conocida acepción en el campo de la salud, se utiliza mucho en contextos religiosos e implica toda una actitud de seguimiento y estímulo para hacer algo bueno y ejemplarizador.
No es tan fácil encontrar alguien que nos atraiga con su ejemplo y forma de ser y que corresponda al ideal que uno tiene por delante para hacer de su propia vida algo valioso y digno de imitar.
No hace mucho encontré una persona que sin decir palabra alguna me movió a encaminarme positivamente con sólo ver su forma dinámica y entregada de hacer las cosas.
Hay gente que busca hacer sólo aquello que le conviene, pero de repente, se encuentra con alguien que le atrae y con su forma de ser lo estimula a seguirle en las cosas buenas, aunque también se da lamentablemente lo contrario.
Hoy vivimos en un tiempo en que el bien y el mal se mezclan en diferentes dimensiones, como la política, el negocio, la vida familiar y social.
Qué bueno sería si pudiéramos decirle a los demás Vade Mecum (Ven conmigo), dejando de un lado aquellas cosas que perturban la paz individual y social.
La persona a la que hice alusión no es única, donde quiera podemos encontrarla sin necesidad de hacer mucho esfuerzo, porque Dios ha puesto en cada uno de nosotros los mejores sentimientos.
Por malo que alguien aparente, basta sacudir el polvo que muchas veces se va aposentando sobre nuestras vidas haciéndonos olvidar que estamos creados para hacer grandes cosas y no para ir acumulando las porquerías que encontramos en el camino, que generalmente son más atractivas.
El mundo está lleno de basura y estamos en un tiempo oportuno para comenzar un ritmo nuevo de vida en nuestro país, comenzar a limpiar el camino sucio al que estamos acostumbrados y hacer que el cambio no sea sólo de caras políticas nuevas, sino de estilos más oportunos y coherentes de ejecutar las cosas públicas y privadas. Es tiempo de un cambio, pero no sólo cosmético, sino de transformación profunda.
Ven conmigo a caminar y de seguro que el mundo será mucho mejor y la vida tendrá un tono más agradable que nos conducirá a la felicidad.
¡Yo estoy dispuesto a ser parte de ese cambio, Vade Mecum!