“Señor, tu misericordia es eterna”
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XXI Domingo del Tiempo Ordinario 23 de agosto 2020-Ciclo A
a) Del Libro del Profeta Isaías 22, 19-23.
El profeta anuncia, de parte de Dios, a Sobná, indigno mayordomo de la casa real de Ezequías, el piadoso rey de Judá (716-687 a.C.), su próxima destitución del cargo. El nuevo primer ministro será Eliacín de cuyo hombro, en su investidura, colgará el rey la llave del palacio de David. Lo que él abra nadie lo cerrará, y lo que él cierre nadie lo abrirá. Este pasaje de Isaías se recoge en el Apocalipsis (3, 7-8), aplicado a Cristo. Por eso fue considerado por los Padres como texto mesiánico. Efectivamente, en el este pasaje del Apocalipsis se trata de un mensaje de consuelo y esperanza para el Obispo de Filadelfia, en el Asia Menor. Era un hombre fiel al Espíritu Santo, pero que confrontaba dificultades en el apostolado. (Apocalipsis 3, 8). “He abierto delante de tí una puerta”, quiere decir: te he preparado un apostolado exitoso. Se indica así la condición de guardar la palabra de Dios y serle fiel.
Este pasaje de Isaías se lee en este domingo por la relación con el pasaje de San Mateo que comentaremos más adelante. La imagen de las llaves colgadas del hombro de Eliacín, parece el preanuncio de aquellas otras llaves entregadas a Pedro.
b) De la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 11, 33-36.
En estos últimos versículos de la carta a los Romanos, el Apóstol continúa con la explicación que ofrecía sobre la universalidad de la misericordia de Dios, que comentábamos el pasado domingo, que es para todos judíos y gentiles. Muchos consideran que el pasaje de Rom.11, 33-36, constituye el himno conclusivo de la parte doctrinal de esta carta (Rom. 1-11) Este es un himno de gloria y alabanza para dar gracias a Dios por sus atributos y plan divino, pues de Él procede la riqueza, sabiduría, la ciencia, todo viene de Él, y a Él nadie le ha dado nada.
c) Del Evangelio de San Mateo 16, 13-20.
En estos versículos, a partir de las preguntas de Jesús a sus discípulos, se distinguen tres partes: Identificación de Jesús por la gente; Confesión de Pedro en nombre de los demás Apóstoles y Primado de Pedro, que es identificación del Apóstol por parte de Jesús. La primera pregunta es bastante obvia, el pueblo sencillo, lo tiene por un profeta.La segunda pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, tiene como resultado una respuesta más comprometida, una profesión de fe mesiánica y cristológica que supone ya la revelación del Padre: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Esta afirmación conllevará para Pedro una promesa formal de Jesús: será la piedra sobre la que Él construirá su Iglesia.
Respecto de la Iglesia y de la salvación humana, la piedra angular es Cristo (Hechos 2, 11), aunque invisible, Él es el fundamento primero y nadie puede poner otro como afirma San Pablo. La garantía de permanencia de la comunidad eclesial a través de los siglos y a pesar de las muchas dificultades, frente a la caducidad de toda empresa humana, es Cristo mismo. El sim bolismo de las llaves, que también aparece en la primera lectura, significa la autoridad y el gobierno sobre la casa y la ciudad. La potestad de atar y desatar expresa, además de la autoridad, también el gobierno, el magisterio, el discernimiento y el juicio absolutorio o condenatorio.
La segunda pregunta Jesús nos la hace a nosotros hoy, y admite tres variantes: ¿Quién es Jesús en sí mismo?; ¿Quién es Jesús para mí? Y ¿Qué significa Jesús para el mundo y el hombre? Para la primera bastaría una respuesta dogmática y teológicamente correcta; la segunda requiere una respuesta en profundidad, más comprometida, que brota de lo más profundo del corazón y supone una vivencia personal.Responder a la tercera pregunta implica la imagen misionera y evangélica que de Cristo refleja la comunidad eclesial.