Vie. Jul 26th, 2024

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¿Cuál corrupción? De los casos a las estructuras y sistemas de corrupción.

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¿Cuál corrupción? De los casos a las estructuras y sistemas de corrupción.

Una sociedad materialista, consumista, metalizada, hedonista, banal, donde el sentido de lo heroico no existe o se desprecia, donde se mide a la gente solo por lo que tiene, reúne todas las condiciones para que florezca la corrupción.

Las estructuras sociales supuran corrupción… Sistema político de despojo o Spoils System imperante, valora el cargo o función con visión patrimonial. Cuando cambia el gobierno viene un burdo reparto de botín y mientras más grande es el gobierno más hay que repartir.

Por eso la política tiende a convertirse en campo de inversión muy rentable y de bajo riesgo. Elementos para una política anticorrupción efectiva: reconocer y premiar el comportamiento correcto e integro de los servidores públicos y dotarlos de estatuto digno y seguro.

Si la visión cultural dominante ve cargo como un chance de aprovecharse, que él que no lo hace es un “pendejo”, corrupción avanzará…Si gobierno quiere combatir las estructuras, sistemas y cultura de corrupción, debe, por ejemplo, cambiar los sistemas de compra: debe ir a las compras consolidadas por rubros.

No solo usa su poder de mercado para ahorrar más del 30% sino que reduce los factores y ocasiones que permiten la corrupción…Otra área donde una reforma estructural puede reducir los espacios de corrupción pública y lograr eficiencia y ahorros es con uso intensivo de los prefabricados para oficinas públicas y las viviendas sociales: más control de calidad y de precios unitarios, más transparencia.

Reservarse derecho de techo…

Otras reformas estructurales que ayudarían a recortar los espacios de corrupción, tienen que ver con la forma en que se gestionan los activos y pasivos del Estado dominicano y las municipalidades.

Ahí hay mucha tela por donde cortar y eso empieza transparentar esos registros… La corrupción es fenómeno social y cultural de carácter expansivo. el gran reto es contenerlo y reducirlo dentro de límites restringidos, compatibles con la misión del Estado y sus instituciones, para que esté no se torne inoperante en la gestión de los intereses públicos generales y nacionales…

El Nobel Gunnar Myrdal fue el primer economista que estudió los costos de la corrupción: estado débil genera corrupción, corrupción acentúa debilidad, y así se da el fenómeno de “causasion circular acumulativa”.

Los estados minados y debilitados se derrumban y las naciones se desintegran…

Si la economía está cada vez más concentrada, cartelizada, por pocos grandes grupos, con débil regulación o con los reguladores capturados, hay tres vías alternativas para un rápido ascenso económico y social: la emigración forzada (por la que optan los mejores recursos humanos), la política como negocio y las actividades canallas.

Círculo vicioso y destructivo de la nación…

Para contener la corrupción dentro de ciertos límites, es importante contar con periodismo independiente, y con la experiencia ejemplarizante del juicio y castigo, pero si a la vez no se van desmontando las grandes estructuras, que a veces tienen estampa de legalidad, el sistema de corrupción se refuerza…

El gran periodista Rafael Herrera repetía en la década de los 80 “todos somos corruptos”. Recuerdo que le escribí carta refutándolo, y creo como ayer que él se equivocaba, pero reconozco que las estructuras, los sistemas y la cultura de corrupción se han consolidado y globalizado.

Los mayores casos de corrupción son transnacionales…

He conocido a muchos buenos funcionarios públicos, que sirvieron toda la vida al Estado con austeridad, integridad y eficiencia en roles de importancia diversa, y que murieron sin patrimonio, y también sin reconocimiento social u oficial, con su familia viviendo humildemente, con cierto íntimo orgullo, pero en precariedad e incertidumbre…

Ser honesto desde funciones públicas cuando el sistema, las estructuras y la cultura propenden a la corrupción, es arduo y difícil. Mucho más cuando se trata de frenar, contener o castigar las prácticas corruptas que los otros ven como consustanciales a la política como negocio, es decir, a “la política de lo mío”.

A veces los funcionarios honestos son arrinconados o ninguneados, incluso, son verdaderos cuerpos extraños. Cuando hablo de estructuras de corrupción, de los muchos ejemplos que se pueden poner, hay dos que son de gran relevancia: corrupción en las cárceles y en la frontera, pero lo mismo aplica donde quiera que opere un monopolio, un cartel o un tráfico ilícito.

Todos esos sobrecostos y costos ocultos lo pagan la gente sin darse cuenta siquiera, y tienen un carácter de expoliación. Todos los expertos mundiales en la lucha contra la corrupción recomiendan a los Estados contar con una burocracia responsable y competente, bien retribuida y estable, reclutada y promovida conforme a mérito y en formación permanente, con mística de servicio: esa estructura podría ser un freno poderoso a la corrupción…

Reitero: mientras más cueste la política menos democrática es, y más propicia se torna para generar negocios corruptos o turbios. Si se quiere atacar la corrupción ab ovo reduzcamos los costos de la política, empezando por los costos de la publicidad que son prohibitivos…

Lucha contra la corrupción necesita, además, una revolución de libertad para que gente pueda hacer sus vidas al través del propio esfuerzo, sin depender o dependiendo lo menos posible de los favores de unos políticos y de unos partidos: libertad que viene con el conocimiento, el trabajo digno, la propiedad y el crédito, los bajos impuestos, menos regulaciones y el combate efectivo a los monopolios para que los mercados funcionen…

Frente al capitalismo de “empresaurios” debemos impulsar el capitalismo popular, del capitalismo de unos pocos grupos rentistas debemos ir hacia el capitalismo de base amplia, que crea riqueza en vez de concentrar rentas.

Relanzar la economía Dominicana.

No es fácil pero es de vital importancia para relanzar la economía de República Dominicana, y asentar la democracia y las libertades. Tengo pocas coincidencias con AMLO, pero reconozco que su énfasis en promover “austeridad Republicana” es de vital importancia para crear ambiente anticorrupción. Si la mayoría de la gente creyera que “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita” sería otra cosa.

La corrupción como el narcotráfico tienen una dimensión de lucha de clases: cuando se habla con actores políticos o del funcionariado suele salir a relucir el argumento de que la gran corrupción, la que no se ve como tal, se genera muy arriba, incluso, con frecuencia es transnacional; y que la mayoría de las grandes fortunas tienen ADN corrupto; y que existen desde el siglo XIX esos vínculos de conchupancia entre el poder político y las oligarquías.

Ahora hay muchos cañones apuntando a los políticos y sus corruptelas que no son pocas, pero me gustaría que con igual ímpetu esos sectores del Partido de la Sociedad Civil y de los medios de comunicación, abordaran el tema de los monopolios, oligopolios y colusiones ilícitas que son los que succionan grandes rentas a las capas medias y a la economía popular: ese es un tema tabú y es medular para la democracia y el desarrollo RD.

Nadie duda que grandes empresaurios son un poder, pero mientras “la política dominicana” siga degenerando hacia una actividad que tiene mucho de farsa, donde mayoría de los “políticos” estén cada vez más domesticados, siendo meros títeres de los primeros, simples

piezas desechables, será difícil avanzar y mucho menos reducir la corrupción sistémica…Cuando imperan sistemas, estructuras y cultura de corrupción muy arraigados, el mero abordaje casuístico de la lucha contra la corrupción plantea el riesgo de su mistificación, de que todo se reduzca a una mascarada: se sacrifican algunas piezas para salvar lo fundamental del sistema.

Así se produce cierta catarsis. Ciertamente, las masas se entretienen, pero a la postre solo es un ejercicio de gatopardismo, de engaño colectivo. La peor forma de corrupción es la mentira y la simulación…

Robert Klitgaard del MIT, experto mundial en lucha anticorrupción, hace años que enunció la fórmula para controlar- no eliminar- la corrupción: conteniendo la concentración del poder político y económico y sus combinaciones, reduciendo los espacios de discrecionalidad y aumentando la transparencia. No ha sido superada.