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EXPERIENCIA CON JESUCRISTO, PALABRA ENCARNADA

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Leyendo y releyendo “Aparecida”, ese Documento maravilloso conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Brasil, y convocado por S.S Benedicto XVI, del 13 al 31 de mayo del 2007, me di cuenta de la importancia del mismo, al expresar nuestra fe y reflexionar sobre los caminos que el Señor de la historia nos pide recorrer en América Latina y el Caribe.

Las palabras del Santo Padre en su discurso inaugural dieron pauta para los trabajos que concluyeron con el documento final. Los temas: Vida, Encuentro, Comunión, Palabra, Familia, Derechos Humanos, fueron los contenidos que bajo el hilo conductor de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6) expresan la alegría, llena de esperanza, de la vocación cristiana, y clarifican el quehacer de la Iglesia para el momento actual y de los años venideros.

Entre los desafíos que enfrenta hoy la labor evangelizadora en nuestro continente es lograr que todo cristiano se encuentre con el Señor Jesús como principio fundamental de la vida. Este encuentro kerigmático provocará el surgimiento de discípulos misioneros que vitalizarán la Iglesia y que darán testimonio del dinamismo del Reino de Dios. Así se facilitará la Conversión Pastoral que exige la Nueva Evangelización.

“En este Documento hay numerosas y oportunas indicaciones pastorales, motivadas con ricas reflexiones a la luz de la fe y del contexto social actual. Especialmente a las que dan prioridad a la Eucaristía y a la santificación del Día del Señor en los programas pastorales, así como las que expresan el anhelo de reforzar la formación cristiana de los fieles en general y de los agentes de pastoral en particular.” (Palabras de S.S. Benedicto XVI al inicio de la Conferencia)

Una auténtica propuesta de encuentro con Jesucristo debe establecerse sobre el sólido fundamento de la Trinidad – Amor. La experiencia de un Dios Uno y Trino que es unidad y comunión inseparable, nos permite superar el egoísmo para encontrarnos plenamente en el servicio al otro.

En la historia de amor trinitario, Jesús de Nazaret, hombre como nosotros y Dios como nosotros, muerto y resucitado, nos es dado como Camino, Verdad y Vida. En el encuentro de fe con el inaudito realismo de su Encarnación, hemos podido oír, ver, con nuestros ojos, contemplar y palpar con nuestras manos, la Palabra de Vida (1 Jn 1,1), experimentamos, “que el propio Dios va tras la oveja perdida, la humanidad doliente y extraviada.

Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca el dracma, del padre que sale al encuentro de su hijo pródigo y lo abraza, no se trata solo de meras palabras, sino de la explicación de su propio ser y actuar. Esta prueba definitiva de amor tiene el carácter de un anonadamiento radical (kénosis), porque Cristo “se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.” (Flp 2,8)

El acontecimiento de Cristo es, por lo tanto, el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia y al que llamamos discípulo. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva: Un Encuentro con Jesús.”

Esa fue la maravillosa experiencia que tuvieron los discípulos cuando se encontraron la primera vez con Jesús, quedaron fascinados y llenos de estupor ante la excepcionalidad de quien les hablaba, ante el modo de como los trataba, correspondiendo al hambre y sed de vida que había en sus corazones.

Es por eso que el Evangelio de Juan, me fascina, porque mientras lo leo, es como si Jesús mismo fuera el que me tuviera ahora hablando conmigo, y preguntando ¿Cómo estoy y cómo me estoy sintiendo?

A la pregunta de Jesús a los que le seguían de ¿Qué buscan? Siguió la experiencia de vivir. “Ven y lo verás (Jn 1, 39). Esta narración permanecerá en la historia como síntesis única del método cristiano.