NACIMIENTO DE JUAN: EL PASO DE LA MUDEZ A LA PALABRA
3 min readEVANGELIO DE HOY: 23/12/21 (Lc 1,57-66).
Hoy se nos habla del cumplimiento de la promesa que el ángel Gabriel hiciera para Zacarías e Isabel: el nacimiento de un hijo al que pondrían de nombre “Juan”… Recordemos que Zacarías, sacerdote, estaba en plena actividad en el templo cuando el ángel se le apareció con dicho anuncio. Las cosas que le comunicó le parecieron imposible y, como respuesta pedagógica, le hizo enmudecer hasta la realización de la profecía.
Este silencio de Zacarías nos hace meditar: el ángel le dijo muchas cosas en poco tiempo. Quizás un hombre con el nivel espiritual que de él se esperaba debió aceptar, sin condición, a la primera… Con todo, el ángel no le descartó por su duda o vacilación, sencillamente le dejó mudo. ¡Y qué bien le hizo! En ese lapso de tiempo, pudo interiorizar todo el misterio de Dios. Quizás, antes hacía sus oficios en el templo, rituales litúrgicos y todo lo demás….
Sin embargo, Zacarías debía dar el salto a la experiencia contemplativa, a saborear los designios de Dios en su vida, en su familia, en la historia. Había en él mucho servicio y poca fe. Queda claro, en la experiencia de Zacarías, que nadie puede abrir la boca hasta no creer aquello que se comunica. La misericordia de Dios es cosa seria para transmitirlas sin fuerzas, con flojera, con dejadez que ni convence ni mueve el corazón.
Con el nacimiento de Juan y el movimiento de vecinos y parientes para festejar llegó luz para Zacarías. Le quisieron llamar al niño como él; pero con lo sucedido, el padre supo que debía llevarse a culmen la voluntad del Señor. Isabel lo dijo primero: “Se va a llamar Juan”. Ante las interpelaciones de los presentes, porque no había parientes con ese nombre, Zacarías, aún mudo, se apoyó en una tablilla para escribir “Juan es su nombre”. Con esta escritura se dio un paso importante en el corazón de este sacerdote: creer y obedecer. Ha comprendido que los designios de Dios se acogen sin regatear. Todo el silencio transcurrido fue necesario para alcanzar este salto a la fe madura: “inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios”…
Señor: con el nacimiento de Juan nace la “VOZ” y con Jesús nacerá la “PALABRA”. Nosotros queremos hacer silencio pedagógico para acoger este hermoso misterio de amor; necesitamos, como Zacarías, adentrarnos en él. No queremos perdernos en la superficialidad del momento. Líbranos de decir palabras huecas que no calen ni transformen el corazón. Y cuando llegue ese momento, Señor, que nuestras lenguas también se suelten para alabar y bendecir. Que se abran nuestros labios para dar a los demás aquello que hemos contemplado.
- En este momento tan significativo para nuestra fe: ¿de qué estoy hablando?
- ¿Cómo está mi silencio para contemplar los detalles de Dios?
- ¿Mi lengua se va soltado para alabar y bendecir?
- ¿Qué nuevo está naciendo en mí por la gracia de Dios?