Mediación Comunitaria y la convivencia social
3 min readUna sociedad tranquila, armoniosa, con sentido de pertenencia en donde prevalezca el bienestar y la paz es el anhelo de todo ser humano.
En República Dominicana solo podremos lograrlo en la medida que seamos capaces de unir voluntades, recursos y virtudes en la dirección correcta, aportando cada quien la cuota que nos corresponde.
Es en ese orden, que como Estado debemos aunar esfuerzos en promover la democratización de la mediación en el ambiente comunitario como acción de prevención y resolución pacífica de los conflictos; ya que su puesta en práctica incide de manera positiva en disminuir los niveles de conflictividad social.
Y es que resultan alarmantes las situaciones de conflictos y controversias originadas como resultado de la convivencia e interacción cotidiana entre los ciudadanos por cuestiones muy simples, pero que en muchas ocasiones degeneran en actos violentos y trágicos, como por ejemplo podemos identificar: que se han perdido vidas por un parqueo en condominios y barrios; por mal manejo de la basura entre vecinos, se agreden física y verbalmente; discusiones agrias y enemistades por la tenencia descuidada de animales en el residencial o vecindad; relaciones rotas entre adultos por simples pleitos de niños; por el volumen de música alta u otros ruidos, ocurren situaciones lamentables y hasta divirtiéndose se dan riñas que infringen la buena convivencia.
Fruto de lo anterior podemos apreciar que tenemos vecinos:
- Que se ven, pero no se encuentran (Indiferencia).
- Se hablan, pero no se escuchan (Imposición de la razón).
- Se escuchan, pero no se comprenden (Intolerancia).
- Se saludan, pero con la ¨musiquita¨ por dentro (Resentimiento).
Viven en la vecindad, sin ser comunidad. (Mal vivir).
Todo lo descrito puede ser abordado mediante el diseño, implementación y monitoreo de políticas públicas, destina a incorporar mecanismos alternos de resolución de conflictos, y ahí especialmente juega un papel oportuno y fundamental la mediación comunitaria, ya que la misma proporciona el surgimiento de nuevas conductas que fortalecen la convivencia social, dado el hecho que las personas participan en la gestión y resolución de sus controversias o disputas, contribuyendo así, a la generación de una ciudadanía responsable y más comprometida.
Es que debemos entender que la mayoría de esos conflictos vecinales, que en lo general nos son de naturaleza penal, obedece a temas emocionales tipo ¨mecha corta¨ y comunicacionales que ponen barreras y dificultan las sanas relaciones entre las personas, que al no tener una debida orientación desembocan en tragedias o hechos lamentables que son prevenibles.
De ahí es pues, que nuestra misión como Estado es la de proporcionar soluciones institucionales a las partes en conflictos para alcanzar una vida en armonía en el contexto social, evitando a cada quien, tomar acciones para hacerse justicia por su propio medio o la venganza privada.
El reto y la prioridad deben consistir en dar respuesta efectiva y participación a las comunidades con sus diferentes expresiones organizadas. Esto favorece a la construcción de un ambiente idóneo para la transformación de los conflictos como respuesta o alternativa a la violencia en sus diversas manifestaciones, logrando así, el fortalecimiento de una cultura del dialogo y el entendimiento en la vecindad.
Somos de opinión que es tiempo de derribar muros y construir puentes entre unos y otros, a través del respeto, el amor, la solidaridad, la tolerancia, el perdón y el sentido del buen vivir como seres humanos que somos.
La paz no es ausencia de conflictos, es la capacidad para manejar conflictos por medios pacíficos. (Ronald Reagan).