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Fiesta patria de nuestra Independencia

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27 de febrero,  fiesta de la Independencia de la Republica Dominicana.

Día de dar gracias a Dios por nuestra Patria y los grandes hombre que la forjaron.

Día para evocar, agradecer y emular la figura de Juan Pablo Duarte, quien vivió por darnos la libertad aún a costas de grandes sacrificios.

Día de reflexión y de valorizar cuanto tenemos.

Pero sobre todo para tomar acción para continuar restaurando una Patria que añora de nuestra entrega y servicio incondicional al pueblo dominicano. Pueblo de condiciones humanas exquisitas y fe inquebrantable a pesar de las vicisitudes que pueda enfrentar.

En la tradición dominicana no faltan ejemplos de vida entregada totalmente al bien común de nuestra nación. Esos ejemplos de valor y humildad, de fidelidad a los ideales y de espíritu de sacrificio despertaban los mejores sentimientos y actitudes en muchos de nuestros compatriotas, que de modo desinteresado y con gran generosidad se pusieron al servicio de la patria, cuando ésta se veía sometida a durísimas pruebas.

Pruebas que no terminan y que tal vez se agudizan junto al resto del mundo al ser afectados de esta pandemia del coronavirus.

Pero también, estamos siendo afectados por igual que en otras naciones del hemisferio, en este continente americano que nuestro inolvidable y querido San Juan Pablo II llamó el continente de la esperanza, de ser atacado ferozmente por la cultura de la muerte.

Nuestra tierra bendita y primada en la fe, cual podemos llamarla Dominicana, Belén de América, donde fue implantada la primera cruz, donde fue celebrada la primera misa, donde fue bautizado por vez primera nuestros habitantes, esta siendo objeto al igual que en otros países, de querer imponer a la fuerza la despenalización del aborto.

Nosotros, si somos independientes de verdad, tenemos la oportunidad de demostrarlo. Seamos fieles a Dios. Dios, Patria y Libertad.

Aprovecho esta fiesta que la República Dominicana celebra para hacer un llamado del corazón de nuestro pueblo a nuestros legisladores, hombres y mujeres escogidos por nuestro pueblo para representarnos en las importantes decisiones que habrá de influir nuestro destino.

El deseo  del pueblo dominicano que los ha escogido radica en que en el  centro de sus tareas legislativas se encuentre siempre el bien común.

El primer bien común al cual ustedes son llamados es a defender nuestras vidas, empezando por la de los dominicanos más débiles, los que no se pueden defender de los intereses supranacionales que buscan por monedas baratas acallar sus consciencias.

No hay dinero que pague el valor de una vida. Dios que les dio la vida para que sean útiles a esta sociedad les da la oportunidad de ser fieles a su misión.

¡Creemos en ustedes. Confiamos en ustedes!

La vida terrenal es efímera. Al defender la vida del no nacido pero vivo en el vientre de nuestras madres, defenderán las suyas propias en el tribunal divino.

La República Dominicana sigue esperando de ustedes esa actitud. La Iglesia, Madre y Maestra los anima también en esta dirección.

Evocamos de forma particular un fragmento del discurso del  inolvidable Papa Juan Pablo II dado en la Asamblea Conjunta de diputados y senadores del Parlamento Polaco dicho en Varsovia, 11 de junio de 1999 que entendemos nos sirve muy bien en este contexto:

«A los políticos y a todas las personas comprometidas en la vida política quisiera expresarles mi deseo de que no escatimen energías a la hora de edificar un Estado que preste atención particular a la familia, a la vida humana, a la educación de la juventud; que respete el derecho al trabajo; que se preocupe por los problemas esenciales de toda la nación y que sea sensible a las necesidades de todos los ciudadanos, especialmente de los pobres y débiles. ¡Abrid las puertas a Cristo!.»

San Juan Pablo II

Nuestra Iglesia Católica local hace un llamado a hacer una jornada de oración 40 días por la vida que inició el miércoles de ceniza donde un grupo de orantes reza constantemente e incesantemente frente a nuestro Congreso Nacional con el fin que Dios mueva   a los corazones a hacer lo justo, lo que es moral, lo que es divino.

República Dominicana es Provida, y Dios se complace en nuestras leyes. Respetémoslas porque defienden su decisión: ¡ No mataras!