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EL FEMINISNO A LA LUZ DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

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El Día Internacional de la Mujer nos encuentra este año con una realidad global que presenta un desafío y cambio estratégico para la Iglesia continuar su misión evangelizadora a favor de la opción preferencial por los pobres y marginados de la sociedad. Aun las mujeres siguen reclamando derechos e igualdad de dignidad, pero hagamos un recuento de cómo desde la Doctrina Social de la Iglesia se ha ido dando respuestas a las problemáticas aun hoy latentes.

León XIII, en la encíclica Inmortale Dei (1885) cita un pasaje de San Agustín donde clama a Dios diciéndole: “Tú sometes la mujer a su marido con casta y fiel obediencia[…]. Tú antepones el marido a la mujer”.  En la Rerum Novarum (1891), León XIII condenó la explotación laboral de las mujeres. Ahí declara que la mujer fue “nacida para las labores domésticas; labores estas que no sólo protegen sobremanera el decoro femenino, sino que responden por naturaleza a la educación de los hijos y a la prosperidad de la familia “.

Aunque ambas encíclicas mantienen la visión tradicional sobre la mujer, la formulación de la Doctrina Social de la Iglesia tuvo implicaciones posteriores: Los problemas sociales del trabajo comprometían la permanencia de la mujer en el ambiente doméstico. La Iglesia tuvo que redefinir el rol de la mujer.  Asimismo, la mujer empezó a verse como un agente activo de cristianización frente al comunismo. La Iglesia empezó a verla como la promotora de los valores cristianos en la sociedad.

En el contexto europeo del narcismo e italiano, de las políticas fascistas de Mussolini frente a “la mujer” y a “la familia”, el Papa Pío XI publicó en 1930 la encíclica Casti Connubi.  El papa defendía en esta encíclica la noción tradicional del matrimonio. Hacía hincapié en la sumisión de la esposa al esposo. En la encíclica Quadragesimo Anno, se hacía también referencia al rol preponderante de la mujer: la maternidad.

En 1945, Pío XII escribió un “Mensaje sobre los deberes de la mujer en los tiempos modernos”. En él, Pío XII revaloraba la “salida” de la mujer del entorno doméstico. Decía que, si la mujer participaba activamente fuera de la casa, esto era una oportunidad para que la mujer defendiera en la vida pública los valores tradicionales de la Iglesia. Para 1947 mediante la Constitución Pro vida Mater Ecclesia, se crean los institutos seculares que inciden sin duda en la participación cada vez más amplia, de laicas consagradas, en el mundo.

Los institutos constituyeron una novedad en la Iglesia: los laicos que se sienten llamados a través del camino de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, pueden consagrarse así, sin perder su condición de laico en la Iglesia

Juan XXIII y la mujer

El papa Juan XXIII tenía una nueva visión de las mujeres: Juan XXIII, en Pacem in Terris (1963), escribe en el parágrafo 41: “es un hecho evidente la presencia de la mujer en la vida pública. Este fenómeno se registra con mayor rapidez en los pueblos que profesan la fe cristiana, y con más lentitud, pero siempre en gran escala, en países de tradición y civilizaciones distintas. La mujer ha adquirido una conciencia cada día más clara de su propia dignidad humana. Por ello no tolera que se la trate como una cosa inanimada o un mero instrumento; exige, por el contrario, que, tanto en el ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública, se le reconozcan los derechos y obligaciones propios de la persona humana”.

Pablo VI

Al final del Concilio Vaticano II, San Pablo VI, dice que ha llegado la hora de la mujer, y vuelve a hablar de las mujeres que tienen un papel en la sociedad y en la historia. En el aniversario de la Rerum Novarum, escribe Octagesima Aveniens donde llama a proteger la vocación propia de la mujer e insiste reconocer la igualdad de derechos de la mujer.

Juan Pablo II

Mulieris Dignitatem (1985), de Juan Pablo II, es la primera encíclica en la historia que versa sobre las mujeres. Sin embargo, permanecen las implicaciones sobre las diferencias espirituales entre hombre y mujer: una dualidad de la antropología teológica tradicional. En 1995, Juan Pablo II expidió una carta donde pedía perdón a las mujeres por las vejaciones perpetradas por la Iglesia en contra de ellas.  Ese mismo año sale a luz la encíclica Evangelium Vitæ que condena el aborto y los métodos anticonceptivos como parte de los atentados contra la vida (al igual que el asesinato, la eutanasia y la pena de muerte).

«Y dijo Dios, hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra… Creo pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, hombre y mujer los creó» (Gn. 1, 26-27) “hay que eliminar, como contraria al plan de Dios, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión” (GS 29).

Santo Domingo 1992

En la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, 1992 se reconoció que afirmar la dignidad de hombres y mujeres no basta, choca con la realidad de la marginación que viven las mujeres, hay necesidad de una nueva evangelización. Los números del 104 al 110 están dedicados a la mujer, donde habla que se urge una toma de conciencia basada en el discernimiento donde existe una dignidad común de la mujer y el varón.

Tarea formativa, crear nuevos lenguajes y símbolos que incluyan a la mujer, anunciar el verdadero ser de las mujeres, sacando la luz y la esperanza de lo la mujer es en plenitud, denunciar valientemente todo lo que atente contra la vida humana. Caminos de acción, crear espacios para que las mujeres puedan descubrir sus propios valores apreciarlos y aportarlos abiertamente en la sociedad, impulsar pastorales que aprueban a las mujeres indígenas, favorecer medios que garanticen una vida digna, renovar el acompañamiento pastoral a mujeres en situaciones difíciles.

Este Documento fue aquí mismo en Santo Domingo y aún nos falta un camino, pero ya existen instituciones públicas y privadas, así como una Pastoral de Vida que va dando pasos para lograrlo.

Hoy en día el Papa Francisco dice:

  • No hay salvación sin la mujer, son continuamente ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse y a eliminar la vida que llevan en el vientre.
  • La iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones.
  • Todo feminismo corre el riesgo de convertirse en un machismo con faldas.
  • El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social.

Ante esta evidente presencia de la Doctrina Social de la Iglesia los laicos viven en la comunión de la iglesia entregando sus dones. su participación puede ser individual (CHL28) y a través de sociedades de fieles, debemos por lo tanto trabajar en las iglesias y llevar el mensaje de Dios a la vida pública a través del método: ver, juzgar y actuar a la luz del evangelio, dando respuestas a las problemáticas de las mujeres que finalmente es el problema de la familia y la sociedad.