Haz el bien, mientras tengas tiempo
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Esta frase fue dirigida a jóvenes, que con frecuencia piensan que tienen una larga vida por delante y se olvidan de que son muy pocos los años que tenemos a nuestra disposición, aunque seamos unos muchachitos.
¿Qué si esta frase es mía? Nada más y nada menos que de Don Bosco, el Padre y Maestro de la Juventud. De esa manera quería él llamar la atención sobre la necesidad de hacer de la propia vida algo que valga la pena, abandonando las frivolidades que caracterizan a este mundo,
Ni siquiera el constatar la fragilidad de la vida, manifestada a través de la pandemia y calamidades públicas, ha logrado cambiar la mente de cacaíto no sólo de jóvenes, sino también de personas con experiencia de la vida.
El obispo de Hipona, San Agustín, se lamentaba, a sus treinta años, de que había conocido tarde la verdadera vida, de la que él empezó a disfrutar cuando conoció al Señor. Dio tumbos, saltos e hizo lo que le dio su real gana y todo le dejó vacío. Se “jartó” de todo y se dispuso a recuperar el tiempo perdido, trabajando por cosas que valían la pena.
El gran propósito de la vida debería ser hacer el bien, mientras tengamos tiempo. Al final los días se acortan y el tiempo no da para todo el bien que deberíamos hacer a favor de los demás.
Desde cuando apenas tenía nueve años Don Bosco visualizó el camino comprometido que debía recorrer sobre todo para hacer el bien a los muchachos más vulnerables y a esa tarea se entregó con alma, vida y corazón.
Enseñó también a los muchachos a hacer el bien, por eso los convertía en colaboradores cargando responsabilidades sobre sus hombros y enseñándoles que hacer el bien es responsabilidad de todos, no sólo de los adultos.