Vie. Abr 19th, 2024

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El niño que quería ser rey

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Cuando eras pe­queño, ¿Qué querías ser al crecer? Tal vez astronau­ta, policía, doctor, bombe­ro, presidente, o incluso rey o reina en un hermoso pa­lacio. Es que toda persona desde la niñez, sin importar la profesión que elegíamos, soñábamos con ser gran­des, ser importantes, aun­que no sabíamos muy bien para qué.

Al ir creciendo y madu­rando, nos damos cuenta de que ser rey, tener dine­ro y poder, no sirve de na­da cuando te enfrentas con situaciones las actuales, en las que nadie se puede es­capar de la posibilidad de que un microscópico virus te desarme cualquier tipo de plan que tengas por de­lante.

Por eso vemos que no hay tal rey, ni grande, ni pe­queño, que de un momento a otro no pueda convertir­se en mendigo, mendigan­do amor, salud, oraciones, y a veces hasta un poco de pan. Y así, de un momento a otro, la prepotencia cae por el suelo.

¿Qué hacemos enton­ces? ¿Dónde encontrare­mos una fuente que nos garantice una verdadera grandeza y poder? Lo real­mente valioso, no lo en­cuentras nunca en las cosas materiales, sino en el inte­rior de cada persona. Sola­mente Dios puede dar sig­nificado a las circunstancias que tenemos que atravesar y garantizar una estabili­dad duradera.

Yo te invito a que vivas como un rey siendo niño; “pero ¿Cómo así Padre Luis si no soy rey, ni mucho me­nos niño?”. Pues fácil, todos podemos vivir como niños, manteniendo una actitud sencilla, inocente, sin pre­tensiones, ni buscando en­caramarse por encima de los demás. Los niños son ale­gres y tienen una fe ciega en que hay alguien mayor que siempre los cuida.

Las actitudes más positi­vas en la vida son la humil­dad y el amor, esas se ga­nan a través de un esfuerzo de nobleza y confianza en Dios que es el humilde por excelencia y el amor mis­mo, Él nos llevará a ser grandes.

Yo soy rico porque vivo como un niño, manejando las cosas con sencillez por­que ahí es donde está Dios y los valores que debemos vivir cada día. Por tanto, aquellos que quieren ser grandes, deben aprender a ser pequeños, dejándose enseñar por Aquel que sien­do el más grande, se hizo el más pequeño, Dios.