Vie. Jul 26th, 2024

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Plátanos por armas

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¿Plátanos por qué? ¿A quién se le ocu­rre semejante dis­parate? Bueno, pero no hay duda de que las armas les salen ganando a los plátanos en estupidez.

Es más, creo que en el li­bro Guinness las armas se lle­varían el record mundial en la categoría de las cosas más estúpidas inventadas por los seres humanos. De manera que prefiero un plátano a un arma de fuego. Ni en pintura quiero verlas cerca.

Con un plátano pue­des hacer un buen mangú, echándole un poco de aceite de oliva y unas cebollitas. Si lo acompañas con dos hue­vos fritos, mucho mejor. Con un plátano puedes decirle a la familia Lantigua del Cai­mito de Moca, especialistas en la materia, que te prepa­ren un mofongo y te sabrá a gloria.

Con las armas sólo puedes pavonear de guapo, amena­zar, herir y matar. Quien por­ta un arma no es tan guapo; todo lo contrario, tiene mie­do. Guapos somos los que en esta jungla de estupideces humanas, andamos desar­mados por las calles.

Algunos todavía creen que las armas son fabricadas para hacer cosquillas. ¡Na­nanina! Las armas se fabri­can para matar. Por eso a los fabricantes y comerciantes de armas les conviene que haya discusiones, proble­mas, delincuencia, insegu­ridad y miedo. Así es que su negocio progresa. No les fa­vorece que haya paz y buen entendimiento. Ellos no quieren que nadie se muera de un disparo, pero necesi­tan que su negocio prospere.

Hace unos años hicimos una campaña de cambio de juguetes por armas, junto a Fernando Mateo que tu­vo un programa exitoso en Manhattan. Logramos que se nos entregaran algunas armas, que luego fueron desguazadas y hasta pen­sábamos hacer con las cha­tarras un monumento a la paz.

Bueno, pues yo ahora propongo que se haga un in­tercambio de plátanos por armas, empezando por las de los tiguerasos del barrio y las que algunos tienen aga­chadas desde la revolución de abril de 1965; siguiendo por las de los militares y po­licías retirados, las que pa­san de contrabando, las que han recibido licencia de In­terior y Policía, las de fun­cionarios y legisladores. Cerraríamos un ojo, por el momento, con las de las au­toridades encargadas del or­den, policías y militares, pe­ro sólo mientras tanto, hasta que dejemos el salvajismo.

¿Es un disparate, verdad? Ni tanto; mayor disparate y estupidez es creer que lle­vando un arma encima es­tamos más seguros; y, peor aún, pensar que con las ar­mas se va a lograr solucio­nar la violencia.

Todavía estás a tiempo: agárrate tu plátano y jondea el arma. Necesitamos ha­cer de las armas arados pa­ra cultivar los conucos; que ninguna nación levante ca­ñones contra sus vecinos y que nadie vaya a un polígo­no de tiros. Wauuu, esto me huele a Isaías 2,4.