La maternidad de un pueblo

El próximo domingo se celebra en la República Dominicana el día de las madres, ocasión propicia para meditar sobre la maternidad de un pueblo.

No estamos hablando de uno cualquiera. Se trata de uno extraordinario, el nuestro, el DOMINICANO.

Esta de moda la marca país. La nuestra se basa en el corazón entrañable de nuestra gente.

Los dominicanos desde nuestra génesis llevamos la impronta de la solidaridad, de la empatía, y de la bondad.

Es un secreto a voces que el gran valor de nuestro país radica en nuestra condición humana, en el valor que damos a la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Dicho esto, ponemos en contexto un tiempo decisivo en que se pondrá a prueba una vez más el respeto al orden, a la democracia, y a la defensa de la vida y de los derechos humanos que ha sido caracterizada nuestra nación, cuna de la evangelización de América.

Republica Dominicana fue profetizada a mis ojos en su visita a nuestro país en ocasión de celebrarse los 500 años de la evangelización de América por San Juan Pablo II a ser luz de las naciones.

Por esto confiamos plenamente en que nuestras autoridades serán fieles e íntegros en acatar la decisión ya votada y expresada en nuestro Congreso que de forma firme y fiel a sus principios divinos sostiene su soberanía frente a las naciones en ser fiel a la Vida.

Pues ellos, los que inician sus latidos desde el vientre de sus madres también son dominicanos.

Confiamos plenamente en que no caerán en la tentación de sucumbir a la presión de la cultura de la muerte.

Terminamos estas líneas felicitando de corazón a las madres dominicanas que dan un Sí a la vida, qué día a día y con gran abnegación forman a sus hijos para ser fieles a Dios, útiles a la Patria.

¡Que Dios les bendiga siempre!