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EL SEÑOR NOS ASUME DELANTE DEL PADRE

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EVANGELIO DE HOY/16/10/21 (Lc 12,8-12).

Lucas nos ofrece más detalles de las enseñanzas de Jesús, las que capacitan para tomar postura ante diversas realidades conflictivas por la que atraviesan sus seguidores. Esta vez, advierte que quienes se pongan de su parte ante los hombres, gozarán de su defensa ante los ángeles de Dios. Contrariamente, quienes lo renieguen, también serán renegados en las mismas circunstancias. Meditemos:

Tomarse en serio el seguimiento del Hijo de Dios trae conflictos. El Señor alerta a mantenerse firme en tales momentos que generan confrontación interpersonal. El asunto se complica cuando tales controversias integran sectores influyentes, ante los cuales pudiera llegar la tentación de sucumbir, ceder, rendirse, someterse, dejando de lado la convicción del corazón, renunciando a ella por la presión del ambiente.

Sin importar la pequeñez de quien porte el mensaje cristiano, la promesa del Señor asegura que quien le sea fiel; quien no se intimide en momentos de aprietos, gozará igualmente de su defensa delante de los ángeles de Dios. Recordemos que la imagen del juicio final también integra la presencia de tales criaturas espirituales. Pudiera pensarse, al mismo tiempo, en dicha defensa del Señor, en comunión con todos los santos y las santas, quienes abogan para que entre al cielo uno más. Pero a su vez, podemos meditar en la defensa específica en este momento de la historia, porque conforme la literatura paulina, a los cristianos comprometidos también se les llama “ángeles del Señor”.

El evangelio deja claro que una cosa es “ser instrumento del Señor”, y otra lo que éste porta “el Espíritu”. Por eso, hasta pudiera perdonarse cualquier ofensa contra su instrumento, pero no contra quien lo habita. Por tal motivo, no hay que preocuparse por lo que se va a decir ni cómo se dirá. El mismo Espíritu quien mete en problemas es quien sabe resolver los mismos. Cuando el instrumento se implica en las cosas propiamente del Espíritu lo estropea; Jesús deja clara las responsabilidades: a nosotros toca (mantenernos de su parte y ser dócil a su voz), a Él (salir a nuestra defensa y respaldar con palabras de fuego del Espíritu Santo).

Señor: haznos saber que no somos nosotros, sino que eres tú quien conduce el rumbo de tu obra. No queremos dejarnos intimidar por nada ni por nadie. Deseamos que tu Espíritu Santo sea nuestra fortaleza. Para esto necesitamos madurar en la fe y en la entrega total de nuestras vidas. Ayúdanos a serte fiel, Señor, y sigue asumiendo responsablemente nuestras vidas delante del Padre.

  1. ¿De parte de quién estoy?
  2. ¿Estoy preocupado por mi “defensa”?
  3. ¿Soy dócil a la voz del Espíritu; cómo discierno su voz?