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DIOS ES UN DIOS DE VIVOS

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EVANGELIO DE HOY: 20/11/21 (Lc 20,27-40).

La vida cotidiana desde la conciencia que Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, como se afirma en el evangelio de hoy, adquiere un sentido vestido de esperanza:

¡Cuánta falta nos hacen los ojos de la esperanza!

El Dios de la vida nos llama a despegar los ojos del suelo, a superar los pensamientos calculadores, a liberarnos de las ataduras temporales… sencillamente nos abre horizontes de santidad y justicia.

Ahí vemos a los saduceos que no creían en la resurrección. Hoy tampoco creemos cuando vivimos como si Dios no existiera. Como si nadie nos esperase en ese lugar tantas veces descrito por Jesús.

Claramente se nos plantea que esta vida es el escenario donde se ejercita la existencia plena. Al mismo tiempo, se nos invita desde aquí a dar lo mejor de nosotros mismos, a sacar el Ángel que llevamos dentro, algunas veces reprimido, otras veces asustado, tímido, desconfiado… Los santos y las santas nos enseñaron que desde esta vida podemos hacer visible el cielo, amando con pureza y sinceridad, sintiendo al otro y a la otra hermanos de sangre… Es así como allí nuestra casa no será extraña, sino conocida, familiar, cómoda, santa.

Señor: no queremos perdernos en discusiones vacías. Enséñanos a ver la vida y amarla en todo lo que nos rodea. Queremos mirar con ojos de esperanza a todas las personas, sin importar que sean, en apariencia, casos perdidos. Danos rayos de luz para no caer en tristezas inútiles, depresiones sin sentido que intentan ser trampa de nuestra fe. Creemos en tu verdad, Señor. Y deseamos vivir como consagrados y consagradas a Ti, Dios de la vida en nuestras vidas.

  1. ¿Cómo está mi fe en la vida futura?
  2. ¿Dónde está en Ángel que el Señor va formando mí?
  3. ¿Cuáles ataduras y trampas limitan mi visión hacia la otra vida?